Por Andrés Pascual
En series como el Clásico de Octubre de Grandes Ligas, a veces 1-1 no es igual a empate luego de los dos primeros juegos, sino a ventaja del homeclub inmediato que empató el encuentro como visitante, porque el regreso "al terruño" genera la "ventaja casera con apoyo del público".
Desde que el beisbol es objeto del comentario erudito, jugar como homeclub es como tener un peón más en el medio juego de ajedrez, que puede asegurar ventaja al final.
Los Vigilantes de Texas se fueron de San Luis con la misión cumplida para los dos primeros juegos: ganar por lo menos uno; los Cardenales no pudieron asegurar los dos iniciales y deben ir al compromiso de tres que puede terminar la Serie Mundial si los desde hoy locales ganan el trío; o pueden regresar a Missouri con desventaja numérica real si pierden 1-2; o en juego y a discusión si ganaran en Arlington con igual resultado…
En medio de la mejor pelota que se haya visto jugar desde hace rato en Otoño, dividieron honores los Vigilantes de Texas y los Cardenales: marcadores peleados fieramente sobre el terreno en los que su Majestad el Pitcheo lúció a la altura de los tiempos en que este beisbol era las grandes ligas y la Serie Mundial su principal acontecimiento.
El fildeo, a la altura de una época que casi todo el mundo consideró desaparecida para siempre: en tercera Beltré o Freeze, en segunda Kinsler o Punto, o en el campocorto Andrus, han hecho maravillas; a pesar del error del segundo juego, Pujol también ha electrizado con jugadas a la fanaticada en primera y el boricua Yadier Molina es una muralla tras el plato por su mascoteo, por su brazo fuerte, seguro y con puntería; además, con el olfato para el cálculo en cuanto al momento en que le saldrán al robo.
Los bateadores, como deben comportarse cuando los serpentineros hacen las cosas como deben ser: en silencio y con el brazo levantado hasta que el profesor les ordene responder, si es que pueden.
El movimiento estratégico ha sido notable y los cambios de bateadores-corredores o el recurso del pitcher relevo por ambos directores lo asegura: esto se lo están tomando bien en serio en cada dugout y ver a Josh Hamilton en el terreno con un fuerte dolor en la ingle izquierda da una idea clara de cuánto.
Sin embargo, creo que, por lo menos dos juegos en Texas, no tendrán como protagonista al lanzador: si bien los relevistas posiblemente continúen con su hermetismo, no hay abridores que puedan reeditar lo hecho por ambos staffs hasta el jueves pasado.
Hoy puede arder Troya en Arlington a base de palo limpio, a fin de cuentas, son dos clubes bateadores; pero, al modo mío de ver las cosas, con ventaja de los pupilos de Ron Washington cuando mueven el Louisville Slugger.
Sigo creyendo que Texas debe ganar sin entrar en detalles de en cuántos juegos, porque son un team superior que, al llevarse uno en San Luis, viraron la mano con cartas ganadoras.
Jugó un raro papel de villano en la decisión del jueves
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