BEISBOL 007: CUANDO NO GANA NUESTRO EQUIPO

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sábado, 1 de octubre de 2011

CUANDO NO GANA NUESTRO EQUIPO



Por Andrés Pascual

       Leí, escrito por un cronista americano de ESPN, que Tampa llegaba "cansado" al playoff inicial, ¿Será posible, Señor, leer algo así?       
      El dilema histórico es que, mientras la victoria es hija de la promiscuidad por la cantidad de padres que la engendran, la derrota es huérfana. 
     Tampa "cansado", es decir, en juego porque no se ha enfriado por el descanso del que asegura con antelación algo más que prudente, quizás signifique "perdieron sin competir" para algunos; pero ya metieron el primer "papazo".
      En Boston le tiraron las puertas en el hocico a Terry Francona y de nuevo aflora el viejo concepto que, posiblemente, haya que adecuar a esta realidad: "con la derrota se borran las glorias y se ponen en entredicho hasta las memorias".
      En el beisbol, cuando no gana el mío, no importa cómo fue el comportamiento contrario: esa novena solo podía caer por errores del manager, que demoró al abridor y, como si no fuera suficiente, trajo a un relevo poco confiable. O porque no tocó una bola en el sexto…o porque las oficinas no previeron la debilidad del banco para una jornada tan larga como 162 juegos…
      El caso es que pocos miran hacia donde se debe; hacia lo que hizo el ganador por cuenta propia; hacia la forma como empleó a su favor cada error del contrario, porque se han dado casos en que un club cometió tantos errores en uno, dos, tres juegos como para hacerlo moralmente desmerecedor del triunfo, sin embargo, el perdedor no pudo o no supo sacar provecho y cayó "sin botas".
     Casi siempre, los equipos que se cuelan por "el hueco de una aguja" a la fiesta que no se les invitó son muy peligrosos, por aquello de jugar sin la presión de los que tienen las billeteras tan abultadas que no cabe un miserable centavo y no "pueden perder".
      El Boston no podía perder y, como no pueden botar a 15 jugadores y a media oficina ni cambiar la mentalidad enfermiza de su fanaticada, pues resolvieron el problema convirtiendo en chivo expiatorio a Terry Francona. Siempre ha sido así. 
     La cesantía de Casey Stengel en 1960, después de perder la Serie mundial contra los Bucaneros en 7 juegos, es un referente: de nada le valió al Viejo Profesor ganar la Liga Americana; porque, lo rutinario, lo religioso casi es sacrificar más que justificar lo que se tiene a mano o haga menos vulnerable al equipo y para eso existe el manager, posición decisiva por la que los dueños dan la impresión de tratar de imponer que cualquiera puede serlo.
      Entonces al Tampa se le puede considerar "eléctrico", calificativo que emplean para el que "nunca debió estar ahí" y que les convierte en un peligro, porque muy poca gente analiza la forma como jugaron los floridanos, con la pasión y el coraje que lo hicieron. Por lo general, el camino de estas novenas que se cuelan termina en la Serie Mundial y hasta ganándolas desde el comodín.
      Sería mas prudente, más decente y más consecuente con la realidad histórica del beisbol que, en vez de culpar al Boston por lo que no pudo hacer, se reconozca la labor de la dirección y de los jugadores de Tampa, de su público, quienes, porque pasaron a la postemporada y de la forma como lo lograron, jugaron como si estuvieran defendiendo el campeonato mundial y la victoria en el primer juego contra Texas, acaso vaya demostrando que pudieran serlo.


La reacción oportuna de Longoria es peligrosa por el momento en que llega




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