MENTIRAS DE GRANDES LIGAS
Por Andrés Pascual
Muchos jugadores que han recibido salarios exhuberantes corrieron el riesgo de bajar su ritmo de juego hasta que no se repusieron del "shock" emocional ocasionado por tener que rendir para tales cantidades de dinero que, como compromiso, ha sido superior al que establecieron con un público nuevo: jugar para 146 millones de dólares es más serio que batear sobre .300 para 30,000 fanáticos en Fenway Park el año del debut, porque hay que hacerlo durante varias campañas y acompañar el promedio con otros guarismos de interés. El último de la lista es Carl Crawford, el refuerzo de oro con que contó el club de Ted Williams pre-temporada. Tal vez la baja en el rendimiento de este jugador este asociada, junto a otros factores, con el peligroso último tramo por concluir para el team que pudiera dejarlos fuera del "majarete" como postre o postemporada.
Quizás el outfielder hubiera jugado por menos; sin embargo, el salario se lo puso Brian Cashman, que reconoció en entrevista concedida al canal Yes que mintió sobre la oferta a un pelotero en el que no estaban realmente interesados; o, por lo menos, tan interesados.
No solo fue el Boston quien pagó la novatada al subir la parada; sino el propio pelotero, que decepcionó a un público que exige tan descabelladamente por lo de la guerra con los Yanquis, que provoca preocupación por esa especia de "delirius tremens" sin control que aparentan.
Dicen que eso le sucedió a los propios Yanquis con Alex Rodríguez, que hubiera podido ser adquirido por menos y los apostadores mentirosos (uno de ellos el propio Boston) le colocaron en tal nivel el salario que, a mi modo de ver, pudieran transcurrir 50 años para que se iguale ese contrato.
La otra mentira de liga mayor tiene que ver con el cerrador de los Marlins, Leo Núñez, que dio positivo a la acusación de ser quien realmente no era y a la de declarar la edad que realmente no tiene. Eso, aquí, es lo que se considera un pecado más grande que el original.
En República Dominicana, aparentemente, es necesario firmar al día siguiente de nacer y con 10 testigos presentes; sin embargo, los cubanos que llegan enviados por la tiranía, con cambios de edad practicados por el propio régimen al confeccionarle certificaciones de nacimiento alteradas muchas veces, campean por su irrespeto como les da la gana en el Beisbol Organizado y no se puede hacer nada.
Y que conste, los cubanos de etiqueta castrista no son ni la chancleta de los paisanos de Balaguer, ni los que están aquí ni los que quedan allá; pero así es la vida y son las leyes; además, no es lo mismo cuando miente Castro sin chapucería, que un pobre infeliz de estos que se lo juega todo por tratar de ser alguien en el beisbol profesional americano y comete la imprudencia por cuenta propia.
Pie de grabado: Núñez se puso fatal
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