LA UNICA OPCION GANADORA, OSSIE GUILLEN
Por Andrés Pascual
La gerencia de los Marlins acaba de dar un paso convincente, con respecto al mundo de promesas que ofrecen para la próxima campaña, con la contratación de Ossie Guillén como manager del club.
Claro, el tipo no es un mago, por lo que hay que poner en sus manos el equipo que pueda competir; es decir, tienen que adecentar algunos departamentos del juego que lo necesitan con billetes. No puede quedar en el proyecto de exhibir al primer hispano que ganó una Serie Mundial con un team que pertenecía al capítulo negro de las maldiciones o cosas por el estilo; sino proyectarlo como el dirigente carismático, luchador y ganador que realmente es. Tener a Guillén ahí no es solo un lujo; sino un compromiso con el propio director y…con el fanático.
Dentro del caudal de fantasías que propone el beisbol, siempre hay una relacionada con el público: cada asistente al estadio es un manager "de galería" por lo que, posiblemente, el 75 % de todos los asiduos al juego de pelota sepan "tanto como el director y más", porque este juego es así, controversial y difícil, que no por gusto sus reglas son un libro con más páginas que Papa Goriot; pero el fanático no está en el dugout ni conoce cómo se clasifican los timoneles del pasatiempo.
Guillén es un manager al que, cuando pasen más años, la crónica americana del sector lo va a tratar como controversial en igual medida que legendario, porque convirtió en ganador a un club que hizo historia por su sempiterna costumbre de perder.
A la hora de valorar a un manager hay que saber en cuál grupo se le coloca, si en el de los que hace jugar a matarse al club y todos contentos, clasificados como "motivadores", o en el de los "estrategas", máquinas de dirección casi computarizadas, que ordenan la jugada que mejor complazca a la clientela. La historia del pasatiempo demuestra que cada manager clasifica como uno u otro tipo de dirigente; sin embargo Ossie, motivador por excelencia, tiene la personalidad que exige una novena como los Marlins que, precisamente, tuvo graves problemas con la dirección en el terreno.
¿Por qué es importante Guillén en Miami? Porque, con el retiro de Bobby Cox y Lou Piniella, queda como "el otro gran manager motivador" probado y con gallardete de Serie Mundial a su haber.
Habrá quienes dirán que un manager del San Francisco u otro por Arizona; sin embargo, motivador, lo que significa influir en el carácter de un témpano de hielo hasta derretirlo; o en un jugador apático, incluso poco corajudo hasta hacerlo jugar como lo hacía Ty Cobb, es este individuo.
En el curriculo profesional de Ossie Guillén hay dos cosas notables para entender la razón de su éxito: exprimió lo que quedaba de competidor en el alma y en el brazo del pitcher cubano José Ariel Contreras y se negó a jugar al tradicionalismo con otro criollo, Alexei Ramírez, cuando todo el mundo pensó que era una locura mantenerlo en el club, incluso como regular en medio de una racha mala como debutante, sin que nunca pisara un terreno de liga menor.
El tipo discute, pero por lo que cree que debe hacer: no se quedó callado ante críticas que, en algunas oportunidades, escapaban del marco deportivo. Yo espero que continúe así, porque esa es su carta de presentación, como la fue de Leo Durocher, más famoso por sus perretas que por su clase como dirigente (que la tuvo) y no por gusto le llamaban "Lipidia".
En la historia del beisbol, los grandes managers, por lo general, han sido catchers o jugadores de cuadro y Casey Stengel. Ossie Guillén no solo fue un buen jugador de infield, sino uno de los mejores shortstops de su era y de los más inteligentes.
En lo que no debe aflorar la crítica destructiva, como he escuchado o leído de algunos ya, es en sacar del marco del beisbol al venezolano para depositarlo en los brazos de la censura ácida, cuestionándole su posición política. Para eso, para recitar manuales de cómo arreglar lo que ellos mismos ayudaron a destruir, están los representantes de la comunidad venezolana, incluso la cubana, asidua asistente al talk-show de primetime en Miami, o la llamada oposición dentro de su país.
Pero, "por si las moscas", como que he venido siguiendo a Guillén desde que se inició de coach de los sur-floridanos hasta hoy, pues he leído sus opiniones sobre el asunto "candente" que, una vez que un país da el mal paso, se le convertirá en un flagelo polarizado para siempre y me ha gustado su posición.
Ninguna opción hubiera sido más ejemplarizante que la de Guillén para mover un club que necesita líder, team work y el manager que influya para que esos prospectazos jueguen como Dios manda: con ganas y convencidos de lo que pueden ser capaces.
Por lo menos al asegurar al paisano de Aparicio, las oficinas del club dan la impresión de que están en disposición de cumplir lo que prometen y de que merecen el estadio nuevo.
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