Por Reynaldo Cruz
He leído bastante sobre el controversial título de bateo ganado por José Reyes (.337), de los New York Mets, en la Liga Nacional. Muchos consideran una especia de "deshonor" el hecho de que Reyes se haya apuntado hit en toque de bola y luego haya decidido ir a la banca, obligando a su más cercano perseguidor Ryan Braun (.332) a conectar al menos tres imparables en su última fecha para poder ganar la corona. Reyes abandonó el terreno bajo un abucheo del público, que esperaba algo más a lo Ted Williams.
Pero los tiempos son otros, y José Reyes no es Teddy Ballgame.
Esta es una era en la que los jugadores viven en muchos casos para los récords personales, simplemente porque estos les proporcionan mayores posibilidades de conseguir mejores contratos. Reyes se merecía sin dudas el título de bateo, pero debía haber jugado más, haber luchado hasta el último instante porque no se viera manchado como el de Ty Cobb en 1910, cuando en su condición de mentor decidió "darse un descanso" y evitarse así perder puntos en el average por un mal día en el cajón de bateo. De nada sirvió que en el doble juego entre los Cleveland Indians y los St Louis Browns los segundos intentaran ayudar[i] a Nap Lajoie, quien perseguía de cerca al Melocotón de Georgia.
¿Habrá aprendido el estelar jugador de los Mets algo de Cobb? ¿No hubiese sido mejor que lo aprendiera de Ted Williams?
Cuando al final de la temporada de 1941 Williams estaba bateando .400, el mentor le propuso ir a la banca en el doble programa de la última fecha, pero Ted se opuso, porque si no bateaba .400 en toda la temporada, no se lo hubiese merecido. La clase del espigado jardinero – considerado por muchos como el más grande bateador de las Grandes Ligas – le rindió frutos, y ese día bateó de 8-6, para terminar con promedio de 406. Esa fue la última vez que alguien compiló por encima de .400 en la MLB.
La opción de abandonar un partido para proteger un promedio puede ser vista como un acto puro de egoísmo o de cobardía. Otros podían verlo de una forma más pragmática, y pensar como el jugador: si tengo la corona en mis manos, ¿para qué arriesgar entonces?
Ichiro Suzuki, otro jugador obsesionado con sus números (en este caso 200 hits por temporada), también ha sufrido el escrutinio y las críticas, incluso de los propios fans de su equipo. Este año, la cadena de Ichiro quedó en 10 temporadas con esa friolera, y también terminó con promedio de .273, el más bajo de su carrera profesional, y la única ocasión que no lo ha hecho por encima de .300. La inquisición, por ende, ha sido mayor. Sin embargo, la persecución de Ichiro requería de juego diario para lograrlo: las acusaciones de egoísta surgieron cuando se empecinaba en permanecer en la alineación aún con un mal rendimiento.
Pero había más en el panorama: José Reyes termina su contrato con los Mets este año, y la última imagen que deja en sus fanáticos es sin duda la de un hombre que prefirió ocultarse a la sombra del dugout para conservar su dominio en el average intacto.
Es cierto, abandonar al equipo – aún sin posibilidades para clasificar – en el último juego de la temporada – y posiblemente en su última presentación con la franquicia – puede verse perfectamente como un hecho que denota debilidad de carácter. Sin embargo, este fenómeno se ha repetido en varias ligas, incluso en la cubana, pues en más de una ocasión el alto mando de Las Tunas – equipo sin posibilidad de clasificar – envió aOsmani Urrutia al banquillo en los finales del campeonato y ya con las veces al bate reglamentarias para merecer el título de bateo. Esto le trajo el mote de Señor 400.
El béisbol es un deporte de individualidades, de números, de estadísticas. En las Grandes Ligas es también un deporte de dinero, y por mucho que amen jugar, los peloteros son hombres de negocios: deben proteger sus contratos y asegurar su futuro. Acá en Cuba, sin embargo, el objetivo es otro: asegurar o conservar la permanencia en el equipo nacional. Pero no puede olvidarse que también es un deporte de equipo, y que un jugador debe sacrificarse por el bien de todo el conjunto… y además, nadie debe olvidar que se trata de un deporte en el que el honor es casi tan importante como los resultados.
[i] La dirección de los St Louis Browns optó por dejarle a Lajoie el infield abierto para que se apuntara hit en toque de bola en cada turno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario querido fanatico :