Corría el año de 1957 en México, la industria del acero acaparaba los reflectores en Monterrey; en la capital del país se registraba uno de los terremotos más devastadores que provocó la caída del Ángel de la Independencia, sin embargo, nadie pensaba que el 23 de agosto de ese año, otro Ángel, en compañía de su equipo de béisbol, iban a darle una gloria a México que le daría la vuelta al mundo.
Entramos a una de las mejores épocas del año para los aficionados a los deportes; las Grandes Ligas y la Liga Mexicana de Béisbol están en la recta final, la NFL se prepara para una nueva campaña, las ligas europeas de fútbol arrancan, la Fórmula Uno está en plenitud, pero sin duda, lo más atractivo que podemos encontrar en estos días, es la Serie Mundial de Pequeñas Ligas.
La semana pasada prendí la televisión para ver a los pequeños peloteros de la Liga IMSS de Mexicali, quienes representan a México en la máxima competición de béisbol con límite de 13 años en Williamsport, Pennsylvania, y qué maravilla lo que presencié. Gran actuación desde la lomita por parte de Jorge Jacobo, quien lanzó la ruta completa sin permitirle carrera a China Taipei, donde los asiáticos no recibían una blanqueada en 55 juegos, desde aquella Final de 1982 contra de Kirkland, Washington.
Cada vez que veo un juego de la Serie Mundial de Pequeñas Ligas, me recuerda uno de mis libros preferidos, escrito por Williams Winokur, llamado 'El Juego Perfecto'. Aquella hazaña que ni el mejor guionista pudiera remembrar, un suceso sin precedente, una proeza que le 'pone la piel de gallina' a más de uno; y que narra el campeonato obtenido por un 'desconocido' equipo de Monterrey que llegó a sorprender y a conquistar el Mundo.
La novena dirigida por César Faz tuvo pocos días de preparación, tuvo que cruzar la frontera por Reynosa y caminar 12 millas (19.2 kilómetros) cargando todos su equipaje, tenían todo en contra y ninguna aspiración, aunque eso sí, pendían de una sola ilusión… participar en un sólo juego de béisbol.
La Liga Pequeña Industrial de Monterrey, ante la mirada atónita de todos, llegaría a Williamsport para disputar la Serie Mundial de Pequeñas Ligas, y sin más, llegaría a la Final contra la mejor novena estadounidense, La Mesa, California. El duelo monticular corría a cargo de Ángel Macías, un lanzador ambidiestro, ante Lew Riley, un pitcher que había lanzado tres juegos sin hit ni carrera en la temporada regular; sin duda, un duelo complicado para los regiomontanos.
La historia se escribiría el 23 de agosto, Ángel Macías no permitiría ningún imparable, recetando once ponches y sacando a todo bateador californiano que se le ponía enfrente; el que se hacía llamar Sandy Koufax realizaba el primer, y hasta el momento único juego perfecto en partido final en Willamsport.
Sin duda alguna, uno de los mayores éxitos deportivos mexicanos a nivel mundial en su historia, y que esta semana se cumplen 54 años de aquella hazaña. Pero lo más destacable, en mi humilde punto de vista, fue el campeonato logrado por los niños, que tuvo como 'broche de oro', la perfección de Macías en el montículo.
Mencionar sólo la epopeya de Macías, sería restarle valor a todo un equipo, que sin duda, siempre mostró unidad y humildad. De la mano de Francisco Aguilar, Baltasar Charles, Jesús 'Chuy' Contreras, Alfonso Cortés, Rafael Estrella, Gerardo González, Ángel Macias, José 'Pepe' Maiz, Roberto Mendiola, Mario Ontiveros, Fidel Ruiz, Enrique Suárez, Ricardo Treviño y Roberto Villarreal; que tuvieron las indicaciones desde el dugout por parte de Harold Haskings y José González Torres junto a César Faz; este conjunto nos pone a pensar de que todo es posible en esta vida y significa una motivación para pelear por lo que queremos.
Es por eso que cada año espero ansioso el grito de playball en los diamantes de Williamsport, para recordar y conmemorar a un pequeño grupo de mexicanos que nos dieron una lección inolvidable, es un anhelo de cada año para que una novena azteca nos dé la alegría de ser los mejores del Mundo en una de las competencias con más tradición del 'Rey de los Deportes'.
¡Qué hermoso es el béisbol! ¡Qué belleza de deporte!, simplemente… un deporte perfecto.
Gracias a la Liga Industrial de Monterrey y muchas felicidades.
Autor:
Israel Zúñiga
Tomó el deporte primero como pasatiempo, para luego dedicarle toda su vida a esta pasión. Laboró en La Afición de Milenio Diario y actualmente es editor de este portal.
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