Por Andrés Pascual
Cualquier información proveniente de La Habana, sin importar si fabricada por periodistas del régimen que por corresponsales de agencias internacionales autorizadas, tiene, como lo leyó, “t-i-e-n-e” que ser editada en el exterior. Si los jefes de páginas no conocen los temas, pues deben indagar por el asesoramiento correcto, por el contrario, comprometen la inteligencia, la tan manoseada calidad de “lo objetivo y, sobre todo, la norma cívica, que si traspasa los límites de “lo neutral”, puede convertirse en una vulgar pieza de defensa de la maquinaria político-ideológica que impusieron en Cuba desde 1959.
Por ejemplo, según una nota de Prensa Asociada, el Granma informó sobre la “inauguración” del nuevo complejo lumínico del Grand Stadium de La Habana, que es su nombre verdadero, luego de 2 años sin luces porque, “las que tenía, en estado crítico, se bajaron por peligrosidad para el público”.
¡Dos años sin pelota nocturna de serie nacional en La Habana! Según AP, la fuente oficial y primaria confirmó que la demora se produjo porque “se buscaban buenos precios, cada vez más caros para países del III Mundo”.
La capital cubana, sin posibilidades de asistir al beisbol nocturno desde hace 49 años, puede dar ganas de cualquier cosa, menos de vivir allí… este tipo de ingrediente, al que no se arriesga el corresponsal destacado allá, es obligatorio comentarlo cuando se publique aquí.
El horror del contubernio, posiblemente con el régimen, no con la agencia, es repetir “la casa del Industriales, el equipo más ganador del beisbol cubano”; otras veces llaman a la novena que más jugadores que “arreglaron juegos” haya tenido en sus rósteres en el mundo, “símbolo de la pelota cubana”; o “el más popular en la historia de Cuba”.
Yo no me opondría si dijeran que ese equipo, representante fiel del estado de corrupción individual y colectiva más grande de la historia de Cuba en lo deportivo, lo llamaran el “símbolo, el más popular o el más ganador de la era castrista”; pero, al utilizar el lenguaje del Granma a través de las agencias de prensa, penetran como cómplices el mundo de segregación nacional, de división segmentaria de la sociedad creado por el castrismo para dividir, porque Cuba y su pelota existen antes de 1959 y de 1962, les guste o no a algunos.
El club más ganador en la historia del beisbol cubano, con 24 títulos, es el Almendares, los inolvidables Alacranes Azules, también el único símbolo posible de la pelota que, unas vez, mandó el juego después de Estados Unidos.
El estadio del barrio Carraguao, Cerro, no admite el adjetivo legendario ni por un solo acontecimiento deportivo después de febrero de 1961, su grandeza proviene porque, en su grama, se instaló un ring para que Kid Gavilán defendiera su faja welter; para que el elenco del circo Ringling ejecutara sus maravillas de entretenimiento; para que se jugaran tres Series del Caribe en su terreno y una Serie Mundial Amateur; para que un equipo de arriesgados profesionales americanos jugaran pelota en automóviles y para que desplegaran sus extraordinarias condiciones peloteros como Conrado Marrero, Jim Bunning, Orestes Miñoso, Brooks Robinson, Camilo Pascual, Luis Aparicio, Héctor López, Jackie Brandt o Leonardo Cárdenas, entre otras muchas verdaderas estrellas del pasatiempo, algunos defendiendo los colores de clubes del champion profesional, o los de sus países en el amateurismo o en el campeonato de la Confederación, que se inauguró allí en 1949.
En el Cerro, durante el spring training de 1959, Sandy Koufax enfrentó a Don Newcombs en juego Cinci-Dodgers y, en 1956, los Gigantes de Tokio llegaron a La Habana a perder contra novatos de los Cubans y a aprender cómo jugaban a la pelota apasionada y pimentosa los Reyes del juego en el Caribe de entonces.
En 1995, Juan Marichal nos dijo al fallecido comentarista deportivo Sarvelio del Valle, al ex pitcher añil Orlando Peña y a mí que, “lo único que me faltó en el beisbol fue ganar la Liga Cubana pitcheando por el Almendares”, por supuesto, en el estadio que, si en realidad se tira un cambio efectivo en el juego político nacional alguna vez, tiene que llamarse Bobby Maduro para tratar de componer en algo la deuda moral y material.
Por todo eso y más, en los periódicos que crean que esas informaciones desde Cuba “son noticia”, tienen que editarlas, porque aquí no solo están quienes lo conocen todo, sino los que hicieron la leyenda.
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