Por Andrés Pascual
“Comodín…” la palabra suena simpática, pero es la pesadilla del fanático de la pelota moderna; porque designa al club que se escoge por cada liga para completar el cuarteto en base a mejor récord de perdedores e iniciar la postemporada…y han ganado, increíblemente, se han impuesto contra campeones; incluso en la Serie Mundial, con menos dinero en sus nóminas que una factoría quebrada, o sea, igual a nada, aunque, en el Beisbol Organizado, la utilidad semántica debe ser “casi nada”.
Cuando los Cubans Sugar Kings ganaron en 1959 la Liga Internacional, lo hicieron desde el cuarto lugar a través de un sistema cruzado en que cada juego perdido era la ejecución de una sentencia de muerte. Después, el clima frío en Minneapolis les ayudó por el traslado a La Habana de 4 juegos, que se convirtó en aliado importante de su victoria en la Pequeña Serie Mundial. Pero fue en Triple A.
El sistema de postemporada de hoy no es comparable al de ayer; porque un equipo flojo, tal vez el más indebido de todos, puede ganar en Octubre, que debería seguir resguardando la nominación para la Serie Mundial como tal y bien separada del resto de estos encuentros de relativa reciente factura en los últimos 41 años.
Hoy se confunde al fanático de tal forma que los 18 jonrones de Mickey Mantle descansan en el basurero de la historia; pero los dio en la Serie Mundial, así como los tres ganados de Lew Burdette, de Bob Gibson o de Mickey Lolich los obtuvieron en el ex Clásico Otoñal.
Roy Halladay lanzó un no hit no run en el primer juego (6 de octubre) de la serie divisional pasada por los Filis de Filadelfia, la víctima fue el Cincinnatti.
Para Halladay, considerado parte de lo mejor del pitcheo de ambas ligas, fue su primera aparición en este tipo de calendario corto; pero los Filis no ganaron la Nacional, por lo que no pudo convertirse en Héroe del Clásico Otoñal. Según él, “Quería estar ahí en esta época, no descansando”
Con 13 años en Grandes Ligas, 12 de ellos con Toronto, su récord era, hasta la campaña pasada, de 169-86 y 3.32 clp más 3 temporadas de 20 ó más juegos ganados y cinco por debajo del promedio de 3.00 de efectividad. Tiene 7 asistencias al Juego de Estrellas y un Cy Young, más otras 3 candidaturas cercanas al premio. Está en ruta a Cooperstown.
En 1956, los Yanquis jugaron contra los Dodgers de Brooklin la Serie Mundial y el derecho Don Larsen tiró el úico juego perfecto, hasta hoy, en ese tipo de evento. Un inmortal, Babe Pinelli, actuó como árbitro tras el plato en su último encuentro como “”caballero del peto, la escafandra y la escobilla”, como llamó alguna vez el inmenso Eladio Secades a los magistrados, entonces de negro, del terreno de juego.
Larsen fue un pitcher mediocre cuya mejor campaña fue 1956 con 11-5 y 3.25 clp. Su récord de por vida de 81-91 y 3.78, indican ninguna grandeza considerable para que se le hubiera podido instalar en Cooperstown.
Ente el juego perfecto de Larsen y el no hit no run de Halladay existe una diferencia notable: el entonces derecho de losYanquis es un paquete del pitcheo y el miembro de la novena cuáquera una estrella, acaso la más brillante del pitcheo de hoy.
Todavía queda otra: el Filadelfia del 2010 era superior a cualquier otro equipo de las Mayores por el equilibrio de su juego; pero, a pesar de Halladay, los Filis no estuvieron en la Serie Mundial, porque no liquidaron a todos sus rivales de “la postemporada” y otro, al que nadie consideró en pretemporada, los Gigantes, se colaron sin ticket ni reservación.
Lo que se demostró el año pasado fue que una cosa es la plantilla y otra la realidad: en este deporte gana el que mejor juegue, aunque no sea el mejor club.
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