No era la llamada que esperaba. Por eso, tras contestar el teléfono con un "ajá, bendición
'má", se quedó mudo y comenzó a lanzar palabras cortas y secas para describir las sensaciones que experimentó en su debut en Grandes Ligas.
"No sentí nada. Ya había pensado mucho en eso y sabía qué era lo que tenía que hacer: tirar strike", dijo Carlos Monasterio, mientras almorzaba en un restaurante de Pittsburgh, donde el pasado lunes se convirtió en el venezolano 248 en jugar en Grandes Ligas.
Monasterio, quien se ganó un puesto en el roster de los Dod-gers de Los Ángeles por su labor en el spring training, tuvo una actuación perfecta en su primera actuación en las mayores, al retirar sin hits ni carreras ni boletos el sexto inning del juego que su novena sostuvo hace un par de tardes contra los Piratas.
"Desde que entré al juego me sentí en confianza, porque yo mismo me daba ánimo y me decía que nada de lo que tenía al frente o de lo que tenía que hacer era distinto a lo que hice en Venezuela y en el spring training", relató el pitcher derecho, quien poco a poco comenzó a sentirse con la misma confianza con la que actuó el lunes frente a Andruw McCutchen, Garret Jones y Ryan Doumit, y hasta un "coño, estoy alegre, esto es lo que uno siempre sueña, por lo que uno trabaja tanto", se atrevió a decir.
No es para menos. Monasterio nunca había jugado beisbol. Comenzó a los 17 años, cuando su padre, fanático, le pidió que practicara este deporte, que hoy le ha cambiado toda la vida mas no la irreverencia de su carácter.
"Después que salí del juego me sentí extraño, creo que era por la adrenalina y todo eso. Pero ya pasó, ahora hay que seguir trabajando fuerte para mantenerse aquí cuando lleguen los caballos -Ronald Belisario y Hong-Chih Kuo-", dijo el nativo de Higuerote, quien cumplió su sueño a los 24 años de edad.
Monasterios dominó fácilmente -con elevado al jardín derecho, línea al central y rolling al tercera base- a los bateadores que enfrentó, pese a que dos de ellos, Jones y Doumit castigaron duramente a sus compañeros con tremendos cuadrangulares.
"Para mí todos eran iguales. No sabía que Jones fue quien la botó dos veces a (Vicente) Padilla. Nunca pienso en quién tengo al frente, sólo me con- centro en hacer lo que yo sé hacer", confesó el criollo, quien fue elogiado por su manager, Joe Torre, así como por la prensa de Los Ángeles, que lo catalogó como la única luz del pitcheo de los Dodgers en ese encuentro, que pedieron por paliza de 11-5.
Para la familia de Monasterio, que siguió el juego por Internet en su casa en Higuerote, él fue más que la luz de su conjunto.
"Estaban muy emocionados. Cuando terminó el juego lo primero que hice fue hablar con ellos y me dijeron que lo había hecho muy bien, que me habían visto", comentó, ya sin reservas y con voz excitada.
Aunque de entrada aseguró que no sintió ninguna presión ni miedo cuando estaba sobre el montículo, Monasterio luego confesó que no podía creer lo perfecto de aquel momento y lo increíble de toda la experiencia que había tenido en estos últimos días.
"Aquí todo es bonito, limpio, ordenado. Eso es lo que más me ha sorprendido aquí, porque nunca pensé que las cosas fueran tan distintas a lo que uno conoce allá (Venezuela)", expresó el lanzador, quien tras terminar su almuerzo esperaría la llamada de sus padres, sin temor a ser tomado desprevenido nuevamente.
"Es que me llaman muchas veces al día. Están muy pendientes de mí, porque saben que esto es algo muy grande que me está pasando", concluyó Monasterio a través del hilo telefónico.
brusso@eluniversal.com
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