BEISBOL 007: Al Museo del Beisbol en Venezuela

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martes, 31 de julio de 2018

Al Museo del Beisbol en Venezuela


El emergente
Ignacio Serrano

Andrés Reiner
Son días decisivos para el templo de nuestro pasatiempo nacional, el Museo y Salón de la Fama del Beisbol en Venezuela. Por eso, esta columna dedicada a quienes hacen posible la continuidad de ese maravilloso proyecto, nacido hace casi dos décadas de la ilusión de Carlos Daniel Cárdenas Lares y el empeño de sus padres, que cedieron su custodia luego a la LVBP.

Es esa inminencia lo que nos lleva a escribir estas líneas, con un puñado de sugerencias.

Hay que ampliar la base de votación del Comité Contemporáneo. No hemos visto a un solo elector que considere suficientes los seis votos que tenemos en la planilla. De los 23 candidatos de esta oportunidad, al menos 15 tienen méritos para sentar un debate que permita su entronización en el templo de Valencia. No planteamos que se abra indiscriminadamente el número de casillas que cada quien pueda marcar, pero es necesario subir el límite a 10, como ocurre con Cooperstown. De lo contrario, seguirán repitiéndose las injusticias y veremos a más figuras legendarias esperar durante años, a veces décadas, una consagración que se ganaron en el terreno.

Los hechos están allí: con solamente seis escogencias hemos venido proclamando uno, a veces dos nuevos miembros anualmente. Por eso, se ha creado un embudo donde están atoradas viejas glorias de la LVBP, como Leonardo Hernández y Jesús Alfaro, retirados hace más de un cuarto de siglo, y donde empiezan a quedar atrapados Edwin Hurtado, Richard Garcés, Luis Raven, Juan Carlos Pulido, Omar Daal y otras figuras que siguen apareciendo en la papeleta.

Aquí hemos planteado también la necesidad de rendir tributo a Robert Marcano a través del Comité Histórico. Fue una estrella en el beisbol japonés, precursor entre sus compatriotas, y tiene un lugar en los anales de nuestra pelota que debe ser refrendado por los encargados de cuidar la memoria de nuestros diamantes. Pero aprovecharemos para plantear otros casos.

Andrés Reiner murió sin lograr su merecida consagración. Su trayectoria como scout, gerente y visionario le coloca como uno de los ejecutivos venezolanos más trascendentes en la historia de este deporte. A él se debe el auge que comenzó en la década de los 90, el surgimiento de las academias, el nacimiento de la Venezuelan Summer League y la graduación de muchos bigleaguers, sin contar el impacto que causó en el rumbo y éxito del Magallanes en los tiempos de Alfredo Guadarrama y Juan José Ávila.

Hay que reconocer a Marcano, a Reiner y también a Pablo Ruggieri. Nadie habla de este último, pero es tiempo de pagar esa deuda. La última expansión se debió al esfuerzo de muchas personas, pero Ruggieri, quien fue presidente de Caribes durante la mayor parte de su existencia como franquicia, se convirtió en el motor, pulmón y sostén principal de la divisa en sus peores tiempos, comiéndose los frutos verdes, a costa de su patrimonio personal y familiar.

También es tiempo de rendir tributo a esos que nos han relatado el juego y se mantienen aún en los medios. Luego de la consagración de Rubén Mijares y el Musiú Lacavalerie, es hora de voltear hacia la generación que encabezan Humberto Acosta y Alfonso Saer.

El Salón de la Fama es el entrañable depósito de nuestras alegrías y recuerdos en el beisbol. Todos ellos merecen un lugar allí.

Columna publicada en El Nacional, el martes 31 de julio de 2018. 

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