El Emergente. Botar al manager o al pelotero

El despido de Félix Pérez tiene líneas de conexión con la salida de Buddy Bailey, aunque Zulia y Aragua optaran por caminos diferentes

Félix Pérez

¿Botar al manager o botar a los peloteros?

El miércoles en la tarde, Luis Dorante respondía así una pregunta de los periodistas zulianos, en medio de la crisis de las Águilas: "Estoy tratando de hacer lo mejor, para que el equipo gane".

Venía de perder una vez más en los últimos innings, por el desplome de los relevistas, en medio de los abucheos de la afición del estadio Luis Aparicio.

Los rapaces habían salido de las cinco primeras posiciones, las que garantizan un lugar en los playoffs, y lo peor estaba por venir.

En la noche, luego de una frustrada acción defensiva en el outfield, el cubano Félix Pérez rió y Dorante estalló. El técnico hizo lo que en esas circunstancias hacían los timoneles de la vieja guardia: aunque Magallanes estaba en plena remontada y era necesario apelar a todas las armas para evitarla, el ex receptor dio la orden al joven patrullero Freddy Parejo para que corriera al jardín derecho y tomara el lugar del antillano.

Fue el acabose. Hasta el Universitario, en la capital, llegó el temblor de la tensión que ha debido sentirse en el dugout de los occidentales, cuando Pérez llegó, herido en el orgullo, y se enfrentó con el estratega.

Durante horas hubo versiones de varios calibres sobre los acontecimientos. Los Navegantes completaron la barrida y directivos de la divisa se reunieron con el alto mando y con los peloteros en un inusual mitin posterior al choque.

Pérez ya no está con la novena. "Su actitud no venía siendo la más correcta y decidimos apartarlo, pensando en el bien del equipo", justificó Ruperto Machado, gerente general de la institución.

El guardabosques llegó al país prometiendo sobrepasar los 10 cuadrangulares y hasta el momento de su infortunada carcajada ya sumaba 7, con 29 empujadas en 42 encuentros y .260 con el madero.

En Maracay, dos semanas atrás, el alto mando de los Tigres saldó la diatriba despidiendo al manager Buddy Bailey. Aquí, el tren ejecutivo de las Águilas decidió respaldar al mandamás.

Decisiones diferentes con un mismo objetivo: contener la sangría antes de que sea demasiado tarde.

No era culpa de Bailey que los relevistas fueran incapaces de sacar los outs en los innings finales. Tampoco lo es de Dorante. Las decisiones de salir de uno y respaldar al otro parecen estar sustentadas por el mismo razonamiento: poner en orden la energía en la cueva.

En Aragua temían que por primera vez en 12 años Bailey no fuera capaz de alimentar el hambre de triunfo de sus pupilos; era necesario probar algo diferente, antes de que resultara tarde y quedaran eliminados por segundo campeonato consecutivo.

En el Zulia temieron que la indisciplina carcomiera la posibilidad de estar en la postemporada por sexta ocasión en fila.

Dorante pidió a los fanáticos, el miércoles, que cesaran los abucheos y arreciaran los aplausos.

"Necesitamos su apoyo", razonó. "Aquí todos están tratando de ganar, todos lo quieren hacer bien".

Omar Vizquel, que dentro de no mucho tiempo tomará las riendas de los Leones, se despedía de su cargo de coach invitado con palabras sobre el tema: "Así son los aficionados. Estoy listo para enfrentarlo, cuando me toque. El público es así. Me tocó vivirlo con Carlos Hernández, con Pompeyo Davalillo y con otros managers más".

En Maracaibo prefirieron respaldar a Dorante para sentar un ejemplo y enviar un aviso a los peloteros: hay que jugar duro, obedecer al piloto y seguir adelante. Así fue durante mucho tiempo con Bailey en los Tigres y funcionó casi a la perfección.

En Maracay, ahora Rodolfo Hernández ha debido sortear los mismos escollos causados por un pitcheo que sigue sin rendir lo esperado.

Y en Caracas, la tribuna abuchea de cuando en cuando a Dave Hudgens, mientras algunos hacen apuestas sobre quién tendrá el mando en octubre de 2014, si Bailey o Vizquel.

Ignacio Serrano / El emergente