Kirk Gibson se vuelve algo incómodo cuando se le pone el tema, pero la verdad es que sin importar qué pasa de aquí al final de la temporada regular, el dirigente de los Diamondbacks es el mayor candidato a Manager del Año en la Liga Nacional.
Pero no dependan de la opinión de un solo columnista. Nada más y nada menos que Don Mattingly, piloto de los Dodgers, está totalmente de acuerdo. Mattingly y Gibson se encuentran en sus primeras campañas completas como managers en Grandes Ligas, algo que le da al primero una perspectiva única.
"¿Fueron un equipo sotanero el año pasado, verdad?" expresó el ex campeón de bateo de la Liga Americana. "Ha habido una transformación masiva allí, me parece, en actitud más que cualquier otra cosa. Veo esa transformación detenidamente a la hora de determinar quién debe ser el Manager del Año.
"Ves el trabajo que hizo Bud Black en San Diego el año pasado", continuó Mattingly. "Ese club probablemente haya jugado por encima de su nivel de talento. Pero al igual que esos Padres, estos D-backs son un grupo talentoso y Gibby lo ha ayudado a encontrar (la forma de ganar)."
Black ganó el premio a Manager del Año en el 2010, pero los Padres fueron eliminados de la pelea por la clasificación en el último día de la temporada por los Gigantes, que llegarían a conquistar la Serie Mundial. Hay un aire de inevitabilidad de que Arizona sí llegará a los playoffs, con ventaja de 7.0 juegos sobre San Francisco quedando 12 partidos por jugarse. Su número mágico es de seis, pero Gibson no quiere adelantarse a las cosas.
Gibson no hay querido hablar de logros individuales, tales como convocaciones al Juego de Estrellas, el Premio Cy Young y el Jugador Más Valioso. Entonces, es lógico que no quiera participar en conversaciones acerca del Manager del Año. La única meta es ganar la Serie Mundial, algo que hizo como jugador con los Tigres de 1984 y los Dodgers de 1988.
En el Dodger Stadium, donde estuvieron los Diamondbacks al principio de esta semana, hay muchos recuerdos del famoso jonrón que Gibson le conectó a Dennis Eckersley en el Juego 1 del Clásico de Otoño de 1988. A pesar de una fuerte lesión en la rodilla, Gibson disparó aquel batazo de oro para darle la victoria a Los Angeles, en lo que fue su único turno de la serie.
Cada vez que vuelve al Dodger Stadium, Gibson mira hacia el asiento donde cayó la bola.
"Lo recuerdo claramente", dijo Gibson.
Gibson también fue nombrado el Jugador Más Valioso de la temporada de 1988, pero también recuerda no haberle dado mucha importancia a ese galardón individual hasta que los Dodgers se coronaran campeones.
"Nunca pensé en eso", afirmó. "Ahora bien, después de que ganamos la Serie Mundial, podían darme lo que quisieran."
Definitivamente, lo más importante para Gibson es el éxito colectivo, por encima del individual. Prefiere que el enfoque esté en el equipo, en vez de en él. Fue así como jugador y es así como manager.
"Él no se preocupa por eso", dijo el gerente general de los Diamondbacks, Kevin Towers, cuya primera decisión al ser nombrado en el puesto fue retener a Gibson como dirigente permanente. "Lo que realmente le importa es llegar lejos en la postemporada. Eso te da seguridad en tu trabajo. Ha habido muchos que han sido nombrados Manager del Año, Ejecutivo del Año, y que nunca han asistido a la postemporada."
Como dirigente, Black es uno de ellos. Por eso Gibson se molestó cuando alguien le mencionó que muchos hablan de él como seguro ganador del Manager del Año.
"Vamos, ¿estás bromeando?", expresó. "Eso es lo último que tengo en la mente. Estoy insultado de que me preguntes por eso."
Más tarde, en un momento cándido, se disculpó un poco al revelar que su padre le inculcó la idea de "nosotros por encima del yo" y que cualquier comentario contrario a eso le toca una tecla negativa.
Seguramente dicha filosofía fue confirmada y fomentada por Sparky Anderson, quien fuera su manager en Detroit en los años 80. También estuvo en esos equipos Alan Trammell, actualmente coach de la banca de Arizona.
Trammell fue el torpedero y Gibson el jardinero derecho de aquellos Tigres.
"Sparky fue duro con nosotros", recordó Trammell. "En estos tiempos, los jugadores preguntan 'por qué' en cada cosa. No era como lo es hoy en día. Nosotros mayormente hacíamos lo que se nos decía, aunque Gibby lo cuestionaba de vez en cuando."
Gibson fue el coach de la banca de los Diamondbacks el año pasado y sustituyó a A.J. Hinch como manager cuando Hinch y el gerente general Josh Byrnes fueron despedidos el 1ro de julio. Gibson presidió un clubhouse dividido y el equipo tuvo marca de 34-49 bajo su mando. Towers resistió el patrón de un nuevo general de contratar a su "propio" manager, mayormente porque no tenía a otro en mente. Cuando fue GG de los Padres, Towers tuvo sólo dos pilotos en el equipo: Bruce Bochy y Black.
"Uno de ellos acababa de ganar la Serie Mundial (con los Gigantes) y el otro acababa de ser nombrado Manager del Año", dijo Towers. "Mi primer instinto fue quedarme con Gibby. Ni siquiera entrevisté a otro."
Gibson habló mucho durante los entrenamientos acerca de cambiar la cultura en el clubhouse de los Diamondbacks. Towers se encargó de reconstruir el bullpen. A partir del 16 de mayo, el equipo tenía marca de 16-23 y ocupaba el sótano del Oeste de la Liga Nacional. Pero de ahí todo empezó a cambiar, y desde entonces Arizona lleva 70-40. Eso es material para ser Manager del Año.
"Realmente no pienso en eso, si él recibirá el premio o no", expresó Towers. "Sólo sé que ha hecho un trabajo increíble por esta organización. Para que un manager en su primer año cambie complemente la cultura y la forma en que los nuestros juegan el béisbol, eso se debe en gran medida a él y su cuerpo de coaches. Su preparación. Su enfoque. Su habilidad de ser líder durante los tiempos difíciles que hemos tenido. Rara vez se ve eso en un manager joven."