A pesar de haber logrado dos banderines divisionales y un campeonato, la controversia se mantiene por encima del único dirigente no estadounidense en ganar una Serie Mundial y un Juego de Estrellas. Los comentarios a través de su cuenta de Twitter, las declaraciones por el trato a los peloteros latinos y varias discrepancias con la gerencia del equipo opacaron el gran año que tuvo, luego de una larga pelea por el título de la división central de la Liga Americana.
"Siempre se habla de un buen año cuando terminas sobre 500. En lo general es satisfactorio, pero no era todo lo que esperábamos. Esperábamos llegar más lejos y estar en el playoff. Mucha gente culpó a los bateadores pero cuando ves que nuestro mejor lanzador fue Freddy García, hay que decir que el staff de pitcheo no hizo el trabajo. Uno de nuestros mejores abridores se lesionó pero trajimos a Edwin Jackson, quien pudo apoyarnos".
Guillén, a lo largo del año, marcó hitos. Se convirtió en apenas el cuarto manager entre los activos con 1,000 partidos dirigidos en su equipo inicial. Ron Gardenhire (Mellizos de Minnesota), Clarence Gaston (Azulejos de Toronto) y Mike Scioscia (Ángeles de Los Ángeles y Anaheim) completan ese póker.
Sin embargo la afición le recuerda por otros detalles. A su juicio, sus logros se vieron empañados por varias divergencias con Ken Williams, gerente general del equipo. El dirigente venezolano resume todo al recordar que cuando uno tiene un problema con su jefe "supuestamente" la cuerda revienta por lo más delgado.
Ozzie tras el último juego del 2010
Fuente: MLB
"Él le comentó a 'USA Today' que si me quería ir, las puertas estaban allí. Si no me quieren yo querré estar donde me quieran. No trabajo por dinero ni por ser famoso, porque esto da más dolores de cabeza que satisfacciones. Estoy expuesto a opiniones, y eso es muy difícil, y la única satisfacción es ganar. Acá se dieron cuenta que yo podía tener trabajo en otro sitio. Siempre he dicho que me quiero retirar con los Medias Blancas. Ese es mi pensamiento, pero hay que pensar con la cabeza. Llegó el momento en que yo me iba, pero hace unos días todo se resolvió. Yo no pedí una extensión. Me queda un año de contrato y yo estoy cien por ciento seguro que regreso con los Medias Blancas por los próximos cuatro o cinco años".
Problemas con la lengua
Oswaldo debe atender a la prensa antes y después de cada partido. Se dirige a la sala de conferencias del equipo noche a noche a noche y en ese tránsito, gane o pierda, cruza en su camino con aficionados que lo aúpan, lo aplauden y animan, con ese modo reverencial del ciudadano estadounidense. Cuando se le comenta eso sonríe satisfecho.
"Acá en Chicago el beisbol nutre. He tenido la suerte de estar en esta ciudad y en Caracas, donde esto es pasión. En estos días le decía a Omar Vizquel que todo el mundo cree que dirigir es meter o sacar un pitcher, poner o quitar un bateador. Detrás de la cortina es donde está el trabajo duro. Los peloteros tienen problemas con sus familiares, enfermedades, problemas con los hoteles, los aviones, Hay tantas cosas que lo más divino es desde las 7 de la noche, cuando comienza el juego, hasta que termina. Es una rutina dura. Lo único que sabes es que vas a jugar. Son 194 días (162 del calendario y 32 de los entrenamientos) que no sabes qué te encontrarás".
Igual define su trabajo como su pasión. El reto que da mover las piezas durante el partido, la adrenalina que le recorre el cuerpo al tomar la decisión y la picardía de cada respuesta a los medios es, según dice, lo que le apasiona.
"En estos días yo hablaba con mi familia y les decía que no me veo dirigiendo a Kansas City, a Pittsburgh. No es que nunca lo vaya a hacer. Es que me gusta la competencia, la controversia, las preguntas, me gusta dar la información completa a quien me la está dando. No puedo decir que tengo el mejor trabajo del mundo porque no he hecho otra cosa. Nací para esto y estoy haciendo lo que está al tope, porque quienes están sobre mí, como un gerente, no está en el terreno. Dios me ha dado la oportunidad de hacer lo máximo dentro de un terreno y hay gente que ha confiado en mí".
Han sido sus palabras las que le han metido en problemas y Oswaldo lo sabe. Sus señalamientos sobre el trato discriminatorio a los peloteros latinos le ganó centimetraje en prensa, apoyo por parte de algunos peloteros que se vieron reflejados, pero también un jalón de orejas proveniente de la oficina del Comisionado de Grandes Ligas.
"Dije una verdad y se armó un lío inmenso con el tema de los latinos. Acá en EEUU fue una controversia de casi dos semanas. Hubo un momento que le dije al comisionado que yo soy emigrante y no estoy diciendo una mentira, sino algo palpable. Que otros no tienen el valor de decirlo, eso es problema de él. Lamento mucho que quienes mandan en el beisbol estaban incómodos. Mi problema ha sido mi lengua. He visto líderes locos, borrachos, drogadictos, pero jamás he visto uno mudo. Cuando un líder habla todos voltean. Los líderes siempre dicen la verdad, y si hablo con la prensa me es difícil no decir lo que siento en algún momento porque yo les digo todo. Prefiero decir la verdad aunque me meta en líos".
Otro año para Vizquel
El balance de campaña de Oswaldo Guillén tiene a muchos peloteros casi anónimos en puestos fundamentales. Menciona a Juan Pierre, líder de bases robadas de las mayores; a Paul Konerko y sus números brillantes, así como a A.J. Pierzynski, pero menciona a dos venezolanos como piezas importantes.
Freddy García fue su mejor lanzador, porque antes que las lesiones le diezmaran tuvo en él un pitcher consistente y retador, en virtud de que en medio del entrenamiento había dudas sobre su salud. "El trabajo que él hizo para mejorar fue extraordinario. Allí se nota que él hizo su propia suerte. Estaba en un momento de su carrera donde estaba dudoso su futuro. Le dimos la oportunidad y fue el mejor pitcher que tuve".
Pero al hablar de Omar Vizquel, Guillén se desborda. "El mejor pelotero que ha parido Venezuela se llama Omar Vizquel. Luis Aparicio está en el Salón de la Fama, pero los números y la dedicación de Vizquel dicen que él es superior y sin discusión puede jugar dos o tres años más. Omar nos salvó la temporada porque cuando él comenzó a jugar tercera base el equipo jugó mejor".
"La gente se pregunta cómo es que él ha jugado tantos años, pero la dedicación con su cuerpo, la responsabilidad y el amor por este juego lo tienen ahí. Parece un [muchachito] que está gozando cuando va al terreno. Me siento orgullosísimo de dirigirlo por la manera cómo ha jugado. Ayer hablé con la gerencia para que lo firmen nuevamente aunque no sabemos en este momento. Ojalá pueda tenerlo el año que viene pero aún no sabemos. El día que sea exaltado al Salón de la Fama voy a pedir permiso al equipo para ir a ver su exaltación".