BEISBOL 007: Andres Pascual

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sábado, 28 de abril de 2018

MARTY MARION…TODAVÍA APENA


MARTY MARION BUENA SHORT

Por Andrés Pascual
La justificación para escoger al JMV en el Beisbol Organizado es confusa; a partir de que un ganador tuvo la mejor campaña en números y la Asociación de Cronistas se aparecen con el hombre cuyos guarismos tal vez no sean malos, pero distan de otro u otros desechados, complica el veredicto.
Tampoco lo obsequian por la contribución a la victoria, por regla general han respondido a la pregunta con zigzagueos poco serios ¿Quien más brilló dentro del colectivo? depende, no pocas veces han seleccionado a un pelotero de un club con varias “joyas”, mientras que en otras se lo han dado a novenas que, de no haber sido por el jugador escogido, nada meritorio tuvieron durante el calendario. En estos tiempos el fanático relaciona campaña “outstanding o fuera de grupo” con el Premio.
A través de los años he investigado sobre los ganadores y sus promedios, incluso si estuvieron en la Serie Mundial del año o en el Juego de Estrellas, al final, todavía no entiendo la razón por la que un jugador puede ser el más valioso a su club.
Otra vez leí que en nada influye lo que hizo para que su equipo estuviera en el Clásico de Octubre, igual a se echó sobre sus hombros la novena y la condujo hasta puerto seguro.
El galardón que le dan a los pitchers por su actuación en una temporada, el Cy Young, comenzaron a otorgarlo en 1956; hasta 1966 daban uno para ambas ligas, el primero en lograrlo bajo este régimen fue el pitcher derecho del Brookin Don Newcombe y el último Sandy Koufax; pero, hasta que iniciaron la entrega del reconocimiento al pitcher, el serpentinero optaba por el JMV igual que los jugadores de cuadro, por lo que varios peloteros de juego diario se quedaron sin el trofeo. Para muchas figuras la justicia llegó tarde, si cabe la frase. En 1911 comenzaron a entregar el premio al más valioso.
En 1943, 44 y 45 Spud Chandler (1943) y Hal Newhouser (dobló 44 y 45) lo ganaron en el Joven Circuito. En 1933 y 1934 lo obtuvieron consecutivamente Hubbell y Dizzy Dean para los Gigantes y los Cardenales.
En la Americana, desde 1911 hasta 1957, 7 lanzadores obtuvieron el trofeo, similar guarismo en la Nacional durante el período. El Viejo Circuito no premió a nadie como JMV en las campañas 1922, 1923 ni 1930; la Americana tampoco en 1929.
Si entre 1911 y 1961 hubieran seleccionado al ganador del JMV como lo han hecho desde 1990, posiblemente más de 2 hubieran logrado 10, digo, aplicándole la receta Barry Bonds (trabajando el voto al revés, el ex Piratas-Gigantes hubiera obtenido 2 ó 3), sin embargo, durante los 10’s, los 20’s, los 30’s, los 40’s…las Grandes Ligas tenían muchos más peloteros de clase competitiva que desde los 90’s, lo explica que Babe Ruth fue el JMV en 1923 y ni la temporada de 1927, en que dio 60 jonrones, importó para entregárselo, ese año lo obtuvo Columbia Lou, que bateaba detrás del Bambino en la alineación.
El ex manager-inicialista de los Gigantes de Nueva York, Bill Terry, recibió votos para MVP 7 veces en su carrera, nunca obtuvo el preciado galardón, ni cuando bateó .401 en 1930, año que marca el último promedio sobre el guarismo en la Liga Nacional, peor aún, esa temporada a Terry no le dieron ni un solo voto.
En 1965, el JMV de la Liga Americana lo ganó el cubano Zoilo Versalles; a través de los años se han escuchado quejas, porque esa temporada Tony Oliva ganó su segundo campeonato de bateo de forma consecutiva, además de otros liderazgos individuales; sin embargo, el Asesino de Twin Cities, Harmon Killebrew, tuvo la peor de sus campañas en medio de su mejor forma, cuando promedió .269, botó 25 pelotas e impulsó a 75 corredores solamente.
El año que describo y comento, el ídolo de Marianao tuvo un WAR de 7.2, lideró los dobles con 45 y los triples con 12; total de bases alcanzadas con 308; carreras anotadas con 126; veces al bate con 728 y comparecencias oficiales con 666; estuvo en el Juego de Estrellas y ganó el Guante de Oro como shortstop, sus números de interés incluyen promedio de .269, 19 jonrones y 77 empujadas.
Lo que ratificó el valor del criollo durante la temporada fueron las palabras de Cal Griffith jr, dueño del club: “…cuando Versalles quiere jugar nadie es mejor que él…” como si hubiera sido poco, en el Clásico de Octubre el suplente de los Tigres de la Ciudad que Progresa jugó con las mismas ganas y mejores números, incluso fue el único que bateó con autoridad contra Koufax.
En 1944 Stan Musial bateó .347, se embasó para .440, líder; promedió .549 de slugging, líder y totalizó .990, también líder de la liga. Además, conectó 197 hits, con los que también estuvo al frente y 51 dobles, que le sirvieron para encabezar el circuito; además 14 triples, 12 jonrones y 95 carreras impulsadas. Asistió al Juego de Estrellas y su WAR fue de 8.8.
Contribuyó a que los Pájaros Rojos se impusieran al San Luis Browns en la Serie Mundial con .304 de promedio, dos dobles y un jonrón. Aquella campaña el HOMBRE fildeó para .987. Pero NO LO ESCOGIERON COMO EL MVP DE LA LIGA NACIONAL.
La temporada de 1944 jugó el campocorto de los Cardenales un pelotero muy alto para la época (6’4), desgarbado, lo apodaban Mago por lo que alcanzaba desplazándose a ambos lados y hacia delante.
Aquel año, Marty Marion (FOTO) bateó .267, se embasó para .324, bateó con poder para .362 y totalizó .686. No fue líder en ningún departamento y produjo 26 dobles, 2 triples y 6 jonrones, empujó a 63. Estuvo en el Juego de Estrellas y su WAR fue de 4.7; fildeó para .972 y en la Serie Mundial produjo para un anémico .227 con 3 biangulares; sin embargo, MARTY MARION FUE EL MVP DEL VIEJO CIRCUITO en 1944.
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viernes, 27 de abril de 2018

HAPPY CHANDLER NO DEJÓ LANZAR A BOB FELLER EN CUBA

Cleveland Indians’ Bob Feller, one the greatest fastball pitchers in baseball, hurled his third no-hitter July 1, 1950 with a 2-1 win over the Detroit Tigers in opener of a twin bill at Cleveland. Bob’s sizzling delivery is shown in the 1948 World Series sequence when he pitched against the Boston Braves. (AP Photo)


Por Andrés Pascual
El 16 de agosto de 1947, fechado en Cleveland, el corresponsal de UP Richard L. Dugan, informó que “el confundido” Bob Feller había declarado: “estoy dispuesto a entregarle al Fondo de Pensiones de las Grandes Ligas todo el dinero que me paguen en Cuba…”.
Según Dugan, “la situación de Feller no es clara en este momento”, y la forma como maltrató al pelotero llamándolo “confundido”, demuestra la poca estimación que sentían aquellos cronistas, con excepciones como Dan Daniel o Grantland Rice, por el beisbol criollo.
En conversación telefónica desde San Luis, el Meteoro apuntó: “tengo un contrato con los cubanos (Alacranes del Almendares), que pudiera reportarme hasta 20,000 dólares, no tomaré un centavo de esa suma si se me permite cumplir con una gente que ha actuado de tan buena fe conmigo…”.
El pitcher continuó diciendo que estaba dispuesto a entregarle el dinero al Fondo de Pensiones o a los veteranos que necesitaran ayuda.
El serpentinero habló por teléfono el día 15 con los dirigentes del circuito invernal cubano, quienes le dijeron que se sentían muy molestos por el imprevisto viraje en el compromiso del Comisionado Happy Chandler, quien, con semejante e inexplicable acción, modificó repentina y bruscamente los acuerdos alcanzados entre las Grandes Ligas y la Liga Cubana.
En el acuerdo a que llegaron reciéntemente (para la época), Chandler convino en que algunos bigleaguers y varios jugadores de ligas menores podrían actuar en el torneo 1947-48, pero el día 13 de agosto de ese año le prohibió a los peloteros de los circuitos mayores jugar en Cuba. Entonces nació “la fatiga extrema” para impedirle a un bigleaguer, incluso nativo, jugar en el Caribe en invierno.
Comentando sobre la decisión, Feller dijo: “los jugadores que no ganan grandes sueldos serán más perjudicados que yo.
Aunque admitió que “esta campaña (1947), no ha sido como esperaban (20-11, 2.68, después de 26-15 y 2.18 en 1946)”, rechazó responsabilizar a las exhibiciones en que participó a finales de 1946 por el rendimiento inferior al año anterior. Sin jugar en el invierno en La Habana, Feller tuvo como récord 19-15 y 3.56 en 1948.
“El beisbol es como un juego de azar, explicó Feller, nadie puede garantizar cuántos juegos puede ganar, pero yo creo que todavía puedo llegar a 20 victorias este año (terminó con 20-11 y 2.68)”.
Según el cronista de Prensa Unida, “…se cree que el contrato básico de Feller le garantizará 40,000 dólares con los Indios, y una buena cifra en bonos si alcanza los 750,000 espectadores por actuación durante el año, (pasó de 800,000), en este momento el club supera el millón de fanáticos asistentes al estadio”.
Mientras, las noticias que salían de Cuba demostraban la mala impresión que causó la deslealtad de Chandler hacia el compromiso en la dirigencia de la Liga Invernal Cubana, que se disponía a iniciar la campaña con el pitcher como la máxima atracción de taquilla jamás vista en la historia del circuito antillano.
El asunto fue tan desagradable que muchos cronistas americanos pensaron en una carta abierta al tirano-dictador de las Grandes Ligas, a fin de que remodificara su infame decreto de última hora, por demás racista.
Fue Happy Chandler, elemento bajo que, increíblemente, está en Cooperstown; mismo que no le interesó nunca si comían las familias de los peloteros, incluso el derrotero del juego, y su decisión contra “los renegados” del capítulo mexicano había sido un antecedente claro y abierto de lo que podía hacer con tal de imponerse a lo justo, lógico y humano.
El cable íntegro fue publicado por Diario de la La Marina el 17 de agosto de 1947.

martes, 24 de abril de 2018

LOS YANKEES Y LA TRIUNFALISTA Y FANTASMAL EUFORIA MODERNA

Apr 20, 2016; Chicago, IL, USA; Chicago White Sox third baseman Todd Frazier (21) tries to make a play on an infield single hit by Los Angeles Angels center fielder Mike Trout (not pictured) during the ninth inning at U.S. Cellular Field. The White Sox won 2-1. Mandatory Credit: David Banks-USA TODAY Sports


Por Andrés Pascual
Los Yankees determinaron las pautas cuando “lo eran de verdad”, marca registrada en intención y resultados: Ruth, Gehrig, Mantle, Dimaggio, Dickey, Berra, Mize, Meusel, Lazzeri, Koening, Richardson, Reynolds, Turley, Sccoter, Heinrich, Ford, Gómez, Howard, Bauer, McCarthy, Huggins, Stengel…todos esos nombres y otros que no escribo por acopio de espacio, cada uno, son la cara del beisbol, porque sin los Yankees, con perdón del incrédulo fanático “anti”, no se puede hablar del deporte más fascinante durante más un siglo para los americanos.
Los Bombarderos hicieron rentable al juego y lo pusieron en niveles de “vedette” de grandes ternas; durante décadas, el pasatiempo tuvo un nombre: LOS YANKEES DE NUEVA YORK.
Tan extraña, tan curiosa fue la “yankeemanía”, que acostumbraron al fanático a verlos a pupilo en las Series Mundiales sin aburrirlos, y a que sus jugadores de interés ocuparan turnos fijos o de sustitución en las alineaciones del Joven Circuito a los Juegos de Estrellas, además de prestarle al llamado Clásico de media temporada al manager que los dirigiera en la ocasión.
La guerra en el beisbol por el resultado final era contra los Yankees, señor mío, sin los inquilinos del Bronx no habría beisbol, nadie sabe por qué razón se convirtió este club en el corazón del juego, aunque todo lo relacionan con la llegada de Ruth y sus jonrones, y es posible, porque, individualmente, si le quita al Babe al juego no hubiera historia y sin este símbolo pues no hubiera franela rayada…
Pero también existieron en Nueva York los Gigantes, que tuvieron predominio mundial pre-Babe Ruth, y durante cinco años de la era del Bambino; que los dirigió el manager más grande conocido, John McGraw; que adaptó al beisbol a los cambios necesarios como “jugar con la bola viva”; que puso de moda el “hit and run”; que agrupó en sus 30 años al frente del club de Polo Grounds a varios de los mejores jugadores de la historia como Ott y Matty, sin embargo, dosis de interés magnífico, son parte de la historia del beisbol, pero…NO SON LOS YANKEES.
Un refuerzo para los Asesinos significaba otro anillo de la serpiente apretando la garganta enemiga; así, el mismo Babe Ruth, Herb Pennock, Sewell, Johnny Mize, Bob Turley, Vic Raschi, Héctor López…remataron al miura herido con sus apariciones en la franela blanquinegra como “espadas de puntilla”.
De pronto se debilita el club primado del beisbol por efecto de la competencia de otros clubes en base a “mucho dinero iguala y la meta es el mercenarismo agencia libre” y comienzan a invertir en peloteros que no rinden para las cantidades que les pagan, la debacle se ayuda por un rosario de escándalos variopintos, no importa que tuvieran en el róster a uno de los 3 mejores peloteros de la historia de la novena, a mi juicio, uno de los cinco más grandes y completos de la historia del juego, Derek Jerer, el Capitán de Capitanes, “el hombre que casi salvó al beisbol de la noche negra y trágica que no concluye”, porque no pudo solo con tantos conspirando contra la moral del club, nadie hubiera podido, ni Ruth…
Entonces se caen los ratings, se imponen otros deportes en sintonía y presencia en el estadio…señor, no es sospechoso ni curioso, con los Yankees fuera de la competencia se va a caer hasta el sol un día si no le ponen buenos soportes…
La ausencia del club de Ruth de “la serie grande” ha sido una puñalada trapera al juego y al fanático, porque se replanteó, se reafirmó: sin los Yankees no hay beisbol de audiencia, porque es el equipo del mundo, es la novena que se sufre o que se goza aunque haga picadillo al club local y este sentimiento es único y está ausente, desconocido en cualquier otra disciplina alrededor del mundo.
Todd Frazier (foto) es un veterano de 7 temporadas a los 31 años de edad, adquirido reciéntemente los Yankees, un tercera base que sus promedios más altos han sido dos veces .273, que jamás ha impulsado 100 carreras, que dio 40 jonrones el año pasado y yace en una cama del hospital “mediocridad” con anemia perniciosa de .207 de average, pero ha movido los titulares de tal forma increíble que, por el desarrollo de la media cómplice en el derrumbe del beisbol, supera el jolgorio y la algarabia de cuando llegó Babe Ruth desde Boston a Nueva York ¿Es posible?
Observe los promedios generales de Frazier, recibido con más bombo y platillos que Montgomery en Londres en 1945: .247 de average .318 embasamiento .461 de slugging y .779 por suma de totales. Su fildeo es reflejo de “ni fu ni fa” por .965.
Lo que quiero decirle después de este cuento que no va a causar ningún efecto, es que la media de hoy ha acostumbrado al fanático a ser poco reflexivo, a no contener sus emociones, a permitir que inunde el fuego fatuo su esperanza y a desequilibrar el viejo precepto “sea cuidadoso en el elogio”, porque, sin negatividad inservible ni complejos febriles ¿Debiera causar el revuelo, el torbellino mediático que logró el cambio desde Chicago a los Yankees en medio de una operación múltiple de alto riesgo de un jugador que, por lo que se aprecia, no alcanzará nunca la estatura de Nettles ni de Boggs?

lunes, 16 de abril de 2018

Roberto Estalella, primer hispano de Triple Corona en el Beisbol Organizado

Por Andrés Pascual
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Roberto “Tarzán” Estalella (Cárdenas 1911-Hialeah 1991) fue el segundo gran jugador de posición cubano e hispano en el Beisbol Organizado; el primero fue Armando Marsans, uno de los dos pioneros, junto a Rafael Almeida, cuando ya existían ambas ligas; primer bateador de .300 y primero en recibir votos para el MVP en Grandes Ligas durante la década 1910-20. Pero Marsans jugó pocos años.

A Estalella, cuando fue cambiado por los Senadores de Washington a los Elefantes Blancos de Connie Mack en 1943 junto a Jimmy Pofahl y dinero por Bob Johnson, que había jugado en el Juego de Estrellas del año anterior por la Liga Americana, el Viejo Zorro de los Atléticos lo presentó como un nuevo Al Simmons que, si no comete la equivocación de irse a la Liga Mejicana, hubiera continuado el desarrollo ascendente de su carrera en Grandes Ligas, porque sus mejores años fueron los tres previos a 1945, cuando dio el paso en falso, en los que había jugado 100 ó más juegos en cada una de esas temporadas con promedios superiores a .285 actuando en la esquina caliente y en los jardines del viejo club.
A Mexico fueron jugadores cubanos que cometieron un error garrafal, porque se hubieran impuesto en las Mayores, no solo Estalella, sino Adrián Zabala perdió la oportunidad única con los Gigantes; otros jugadores como Agapito Mayor, Mario Fajo o Chito Quicutis, que no tenían etiqueta de bigleaguers, tal vez hicieron bien; pero, quizás Jorge Comellas y, sobre todo Julio Moreno, tampoco hicieron bien las cosas. Para justificar la falta de clase que les hubiera impedido jugar en grandes ligas, muchos que no actuaron en ese nivel decían que “nadie se podía negar ante tanto dinero…”
Pero Estalella sí desperdició con la ida a la Mejicana y la posterior suspensión como renegado una carrera que pudo ser brillante.
En 1938, jugando para el Charlotte clase D de la Piedmont League, el matancero ganó la Triple Corona de Campeón de Bateo por primera vez para peloteros cubanos e hispanos en el Beisbol Organizado, al concluir la campaña con 38 jonrones, 123 impulsadas .378 de promedio, total de 325 bases recorridas y .754 de slugging.
Sin embargo, no fue esa la única gran temporada del Tarzán cardenense: en 1949, con el Minneapolis de la Asociación Americana, el mismo con el que 11 años antes había ganado Ted Williams la Triple Corona a los 19 años, Estalella produjo para .341 con 36 dobles, cinco triples, 32 jonrones y 134 empujadas.
El cubano estuvo en el Beisbol Organizado, incluyendo 9 temporadas en grandes ligas, desde 1934 al 1951 y en las Menores bateó 8 veces sobre .300; tuvo cuatro campañas con más de 30 jonrones y 1 sobre 20, además de que en 6 impulsó a más de 100 corredores. Su último buen año en Estados Unidos, luego de cumplir la sanción de las grandes ligas, fue en 1947 con el St. Jean de la Liga Independiente en que bateó .374 con 17 dobles, 2 triples, 24 jonrones y 101 empujadas en 321 veces al bate.
En 1942, el Jíbaro Luis Rodríguez Olmo se llevó la Triple Corona jugando para el Richmond de la Liga Piedmont, convirtiéndose en el segundo hispano en ganar el premio.
En 1950 Silvio García la obtuvo jugando para el Sherbrooke clase C de la Liga Peninsular con números como 21 jonrones, 116 impulsadas y .365 de promedio.
En 1956, con el St. Cloud clase C, también de la Peninsular, el puertorriqueño Orlando “Peruchín” Cepeda la conquistó por batear 26 cuadrangulares, enviar 112 corredores al plato y promediar .355.
En 1959, que fue opacado injustamente en Cuba por la victoria de los Cañeros de los Cubans en la Pequeña Serie Mundial contra el Minneapolis, el inicialista Frank “Panchón” Herrera se la llevó a su casa en el pueblo habanero de Santiago de Las Vegas por 37 jonrones, 128 impulsadas y .329 de promedio, jugando para los Bisontes de Búfalo de la Liga Internacional clase Triple A
Hasta 1962 y desde que en 1940 la obtuviera Cool Papa Bell, en la Mejicana la han ganado Wild Bill Right en 1943; Angel Castro en 1951; el cubano René González en 1952; el norteamericano Alonzo Perry en 1956; Claudio Solano, de la Liga Arizona-Mexico, en 1957 y Ramiro Caballero, de la Mejicana Central, en 1962.
Como adjuntos de interés, en 1956 Ken Guttler, jugando para el Shereveport de la Piedmont, bateó 62 jonrones y empujó 143, pero su promedio de .293 no fue suficiente para liderar la liga.
Quien si lideró la Longhorn clase C con el Roswell en los tres departamentos de Triple Corona fue Joe Bauman en 1954, en la que se puede considerar acaso la mejor temporada de bateador alguno en cualquier liga del mundo. El tipo produjo para 72 jonrones, 224 carreras impulsadas y .400 de promedio.

martes, 4 de abril de 2017

LA VERDAD DEL CASO GEHRIG COMO PIP SE LO CONTÓ A DAN DANIEL


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Por Andrés Pascual
El eslabón del récord portentoso “saltó” en mayo de 1939, cuando el Hombre de Hierro del beisbol de casi todo el siglo XX, aquejado por una dolencia cruel e irreversible, no pudo seguir…
Lou Gehrig, “Columbia” porque había estudiado en el centro prestigioso, detuvo la racha de 14 años y 2,130 juegos jugados consecutivamente por un padecimiento tan raro como mortal, que, a partir de aquel momento, se conocería como La Enfermedad de Lou Gehrig.
De todos cuantos han escrito sobre la grandeza y la tragedia del “hombre más efectivo que Babe Ruth”, a los efectos de documentación provechosa para cronistas e historiadores, fue (es) el trabajo que reseñó Dan Daniel para el Telegraph, producto, entre varias fuentes, de una larga conversación sostenida con Wally Pip (foto), el inicialista a quien Lou sustituyó para comenzar su portentoso récord.
Pip le confió a Dan Daniel que, hasta aquel momento de la entrevista (mediados de los 40’s), no había leído una sola historia verídica de cómo aconteció la pérdida de su puesto ante Lou Gehrig, según el ex pelotero, “ni la autobiografía del Caballo de Hierro hacía mención a detalles reales y significativos”.
Durante su etapa colegial, jugando a los discos voladores, un compañero lanzó uno que no pudo detener y lo golpeó encima del ojo izquierdo, el impacto le dañó el nervio óptico, aunque mejoró mucho nunca sanó completamente. Según los oculistas que lo atendieron, perdió un 25 % de la visión.
De aquella dolencia solo conocieron su familia y un par de amigos muy cercanos, por lo que desarrollo su larga carrera en el beisbol prácticamente con un solo ojo, similar al boxeador Harry Greb, que tenía menos de la mitad de la visión por el ojo derecho.
La lesión le dejó como secuela dolores de cabeza arrebatadores; según le confesó a Daniel, el primero de junio de 1925 llegó al clubhouse con la cabeza “queriéndosele partir”, entonces llamó a uno de los coaches y le pidió 2 aspirinas, en lo que se las tomaba, pasó por su lado Miller Huggins, manager de los Mulos.
Pip comprendía que su bateo no era nada de otro mundo en aquel momento, pero hacía su trabajo y fildeaba bien, entonces el director le dijo que, si se sentía mal, era mejor que descansara. Le tiró el brazo por los hombros y, cariñosamente, le dijo: “vamos a ver qué puede hacer el joven Gehrig en tu lugar, pasa el dolor en el banco y mañana regresas a la alineación”.
¡Qué dolor de cabeza tan significativo! Gehrig encantó a todos con el bateo y el fildeo que desplegó. Al día siguiente, Pip regresó al clubhouse confiado en que sería reintegrado en su puesto, pero Miller le dijo que “alargara un poco más el descanso”
Según el jugador, el acontecimiento le demostró lo grande que puede ser un momento en el beisbol, porque, con anterioridad al primero de junio, Lou no lucía en condiciones para que pudiera desplazarlo.
Lou Gehrig era pesimista en el dugout de los Yankees, pensaba que no podría quedarse en el club, incluso Huggins se lo había ofrecido a los Carmelitas de San Luis en una operación de cambio que se frustró.
Según el cronista, en una oportunidad Tris Speaker le dijo que Miller Huggins quería envia a Gehrig a la Asociación Americana porque “no le veía nada”.
Para Pip, según Daniel, Gehrig fue su ídolo después. El joven capaz de aprovechar el par de aspirinas más contraproducentes en la historia del fármaco, un verdadero Caballo de Hierro que, cuando no pudo más, le pidió a Joe McCarthy que lo sustituyera.
Lou Gehrig, coincidieron el cronista y el jugador, tenía músculos de hierro, pero, sobretodo, voluntad férrea, que solo los verdaderos inmortales del juego poseen. Determinación, verguenza y clase profesional que inició una de las más sólidas y brillantes carreras en la historia del pasartiempo.

miércoles, 15 de marzo de 2017

EL CONCEPTO DERROTISTA INEVITABLE




EL CONCEPTO DERROTISTA INEVITABLE
Por Andrés Pascual
Puerto Rico tuvo una racha mala en eventos internacionales recientes, la presencia boricua no se hacía sentir acorde a lo que ha representado para el beisbol, se especuló con todo, con la cantera, con lo perjudicial del draft colegial, sin embargo, pasaron los años y el país regresó, renovó sus votos con el juego y de pronto uno ve a los puertorriqueños jugando la clase de pelota que pueden, muy cercana a los años de gloria del Santurce, de cuando este club fue el mejor en resultados durante la primera etapa de la Serie del Caribe, porque fueron los Cangrejeros la única novena que se impuso ¡3 VECES! en el evento regional entre 1949-1960.
Una vez confié en los boricuas y lo escribí, porque confié en Edwin, que es un señor manager, pero este valioso director es un exjugador de beisbol y nadie puede imponerse mandando desde el dugout si no jugó, solo hay un lugar donde sucede y todo el mundo sabe que “no llegaron”, sino que los subieron a la cañona maliciosa, cuyo objetivo fue parte del plan para pisotear la leyenda del juego, que no ganaron, sino que lo edulcoraron…no vale la pena seguir comentando.
No di favorito a Cuba porque fuera un trabuco, el perro de mi nieta lo sabe, sino por la fase de juego y la pelota de “cada uno”: Cuba y Japón llegan preparados, el resto fuera de forma y lo están, en el Clásico no juegan beisbol de Grandes Ligas, categoría que, mal que bien, empieza cuando la maquinaria esté engrasada, digamos que a fines de junio… además, ese es el beisbol de ellos, no otro, el Clásico, Centroamericanos…así está el panorama.
Sé de la crisis que no es tal desde los 60’s, he escrito y hablado en radio y tv decenas de veces contra la monstruosidad de “devorar” el alma nacional a cucharaditas, ya se acabó la compota.
Ni con los equipos contrarios sin forma carajo…todavía guardo un punto de la coima porque clasifiquen, como quiera, una apuesta 99-1 es un riesgo y un logro.
No comenté en el trabajo anterior que Cuba pudiera ganar debido a su historia, desvanecida entre lemas, consignas, arreglos de juegos y de campeonatos, no, lo hice porque me resistí (raro en mi) a que entierren el cadáver, aunque sé bien que los muertos no pueden jugar.
Ah, las derrotas no son producto del “robo de jugadores”, que en 1951 Miñoso no ayudó a Izaguirre a ganar para Cuba los Panamericanos de Argentina, ni Martín Dihigo ni Bragaña a Marrero en 1939, 1940…Tampoco Silvio estuvo en el Almendares que ganó la Serie del Caribe de 1949…
Se impone un réquiem, la cosa empeoró porque, cada vez que la Media de aquí (incluyo blogs de propios y de extraños por carambola), desvió los argumentos hacia justificaciones de menor cuantía por miedo o por mantenerse en plantillas poco productivas a todos los efectos, contribuyeron a destruir el beisbol cubano.
Engañando, comentando boberías por salir del paso, o por el interés de mantenerse en la novena de los simuladores no se arregla nada, y comentar la realidad del beisbol cubano requiere de buena dosis de conocimiento del asunto, mucho… ayudaría a reconocer cosas, a hacerlas públicas buscando solidaridad con el enfermo, pero no a ganar campeonatos ni si pudieran contar con Abreu o Chapman…
Queda lo peor, las derrotas hacen hazmerreír a un régimen que utilizó como elemento de infiltración una mentira más grande que una casa de tabaco, los bigleaguers no van a reforzar a nadie, Raúl Castro está al declarar muerto por incompetete y falto de solvencia el juego de pelota para que se le continúe ayudando oficialmente y lo decretará “no deporte nacional” (de hecho no lo es con respecto al balompié), y eliminará la Serie de allá. Hace 55 años que “lo trabajan”, saben que llegó el momento…

sábado, 2 de julio de 2011

NO SE VAYAN, QUE ESTO SE PONE BUENO…


Por Andrés Pascual
Andrespascual8@aol.com
Andrés Pascual - Columnista de La Estufa Caliente.La frase con que titulé este artículo es de marca registrada: la decía Buck Canel cada séptima entrada de cada juego que narrara para poner el encuentro a tono con la tradición americana de que el séptimo episodio es el “de la suerte”; o, en inglés, “el lucky seven”…en resumen, la interpretación correcta seria a lo Johnny Carson: “no se vayan que hay más…”
El caso de las sustancias de crecimiento es ambivalente: de una parte, lo que vaya apareciendo; de la otra, aparenta que hay quienes no quieren cerrar el capítulo. Posiblemente, ni en el 7mo. inning de este juego estemos, entonces lo que vale es la posición del más grande filósofo italoamericano que el beisbol haya producido: “el juego termina cuando termine…” Yogi Berra.
Donde el derecho constitucional no está estructurado para aplastar objetivos de interés, como en este país, en el que todo está “regulado” por más leyes que todas las del resto del mundo desde que se instauró el Derecho Romano, se utilizan frases para no ofender a un delincuente al que todavía no se le han podido establecer acusaciones relacionadas con el acto: “persona de interés…”, “se quiere conversar con…” A veces el tipo mató a la mujer; pero el cadáver no ha aparecido aún y no aparece todavía el arma homicida y, aunque 45 personas lo vieron, no se puede acusar…así es este país y yo no sé si grande o enano por tales formas de actuar, pero es así.
Los Yanquis creían que iban a gozar de un entrenamiento sin diversión alrededor de Alex Rodríguez: ya declaró bajo presión que había utilizado sustancias prohibidas, ¿Que más quiere el público? Bueno, el público no quiere algo más allá que ese harakiri de moral que se practicó, de hecho le perdonó y posiblemente nunca lo apartó como germen de una bacteria mortal para lo que una vez fue el pasatiempo nacional; pero están las leyes, las instancias que deciden más que la preferencia popular por un atleta ¿que es bueno o que es malo? incluso, quien puede ser culpable o inocente ante evidencias y, si bien no acusa muchas veces, pone en sobresalto la normalidad vital de un individuo al incluirlo en el proceso de Alex Rodríguez y su famoso giro del bate.investigaciones como “persona de interés”
Y Alex Rodríguez acaba de ser considerado en el rango de “persona de interés” ante la novísima investigación relacionada con el médico canadiense Tony Galea que involucra, entre otros, a Tiger Woods y al torpedero de los Mets de Nueva York José Reyes; a mi modo de ver y con una frase costumbrista muy utilizada en Cuba cuando se quiere establecer un grado de culpabilidad: “si no mato la vaca, le sujeto una pata…”
El problema es un medicamento hecho a base de plaquetas sanguíneas que también tiene un toque de sangre de becerros que se extrae de la pantorrilla de un atleta lesionado y se inyecta de vuelta luego de centrifugarla, según dicen y han comprobado, funciona ¿“mágicamente”? en la recuperación de lesiones. Esto también es una sustancia prohibida para los deportes.
Mickey Mantle, siempre padeció de piernas lesionadas.El ambiente aparenta una renuencia de instancias oficiales a aceptar cualquier cosa que mejore el rendimiento atlético y la recuperación de las lesiones; unas veces porque afecte la salud del usuario; otras porque afecte la salud de la historia, que también cuenta; o, ¿Qué hubiera pasado si Mickey Mantle hubiese tenido acceso desde 1951 a esta sustancia? Posiblemente su total de jonrones no estuviera en 536, ni fueran 18 los que conectó en Series Mundiales… ¿Qué hubiera pasado con Sandy Koufax? Estas son suposiciones dignas de tomarse en cuenta en niveles de importancia aunque al fanático de hoy les disguste que “les desvistan sus santos-héroes”, a fin de cuentas, son “héroes con pies de barro”
Sandy Koufax acompañado de René Cárdenas en Dodger StadiumEl contubernio de los dueños, la Asociación de Jugadores y las oficinas del Comisionado sacrificando la limpieza del deporte por la suciedad que produce el dinero indigno y mal habido, como robado, han posibilitado semejante sacrilegio.
Cuatro acusaciones pesan sobre Galea y hay un agravante que consiste en que Mary Anne Catalona, sus asistente, fue pescada en la frontera con, entre otras cosas, HGH en su poder…
Aparentemente los Yanquis, los Mets y quién sabe cuantos más van a tener no solo un entrenamiento “divertido” en los dos sentidos del término, sino que pudiera extenderse algo más allá del primer día oficial de la temporada.
Que nadie lo dude, por reflejos, por apariciones sistemáticas de pruebas condenatorias, el asunto de las sustancias prohibidas parece que solo está comenzando.

jueves, 12 de mayo de 2011

FALLECE EN MIAMI CARLOS “PATATO” PASCUAL


Por Andrés Pascual

      Comenzó como juvenil con el Ceiba custodiando el campo corto, bateando en el cuarto turno y pitcheando cada vez que se le necesitaba.  Llevó a esa novena al round final del campeonato provincial de La Habana de 1947 casi solo, hasta enfrentar la oposición de otros equipos fuerte del circuito como el Caimito, con el pitcher zurdo Raúl López como principal responsable por los triunfos de esa novena, o como el Bauta, que tenía a Tony Pacheco como principal contribuyente en el shortstop y en el bateo.
      Después firmo con los Broncos de Big Spring, sucursal de los Senadores de Washington de la Longhorn League de Texas.
      A la Liga Cubana entró por la vía de los Leones del Habana y se puede decir que es uno de los pocos peloteros cubanos que estuvo en casi todas las clasificaciones del Beisbol Organizado en el período 1948-1965.
       Una vez me contó que “todo lo que Miguel Angel hablaba era valioso”, se refería al ex manager-dueño de los Rojos, que actuó como director interino de los Cardenales dos veces y que tuvo una carrera impresionante con ese club de más de 30 años.
        De complicaciones del Mal de Alzheimer falleció hoy en Miami Carlos Pascual, el Patato, del que una vez “ese joven pitcher del Cienfuegos, Camilo, fue su hermano…”, para, en cuestión de un par de campañas, cambiarse los papeles a “ese es el hermano del curveador de los Elefantes…”; nada, la vida es así: de la inspiración de su único hermano, menor, a sostener el peso del lazo sanguíneo directo con uno de los tres mejores pitchers cubanos de todos los tiempos.
        Patato Pascual logró jugar en Grandes Ligas en la temporada de 1950 con los sotaneros capitalinos, en el período 24 sep. 1950-28 sept. Trabajó como lanzador con record de 1-1 y 2.12 clp en 17 innings con 3 ponches y 8 bases por bolas.
        Durante 12 temporadas estuvo en la Liga Invernal y asistió a Series del Caribe con el Almendares y con los Leones.
        Formó parte de los equipos Havana Cubans, clase B, Liga de la Florida y de los Cubans Sugar Kings, Triple A, de la Liga Internacional, asentados en La Habana.
        Después de la suspensión del beisbol profesional en la Isla, continuó en Miami, desde donde logró plazas de scout con los Mets de Nueva York y fundó una Academia con resultados exitosos durante mucho tiempo.
        Se mantuvo relacionado con el Caribe y su mayor mérito fue conducir al Magallanes a puerto seguro en la primera Serie de la Confederación de la segunda etapa, primera ganada por un club venezolano también..
         Este jueves 12 de mayo, la noticia de la muerte del popular y legendario ex manager y jugador, si bien no sorprendió, consternó a la gran familia beisbolera cubana del exilio.
         Patato nació en La Habana el 13 de marzo de 1931. Tenía 80 años y dos meses de edad. Pertenece al Salón de la Fama del Beisbol Profesional Cubano.


Pie de grabado: Patato fue un jugador de colorido y popularidad cuando “Cuba reía”.  

jueves, 28 de abril de 2011

LA PEQUENA SERIE MUNDIAL DE 1959




Por Andrés Pascual

      La Pequeña Serie Mundial es el encuentro de postemporada que decide el campeón, clasificación Triple-A, entre el ganador de la Liga Internacional y el vencedor de la Asociación Americana.
      Según escribió Stew Thornley en el libro “La gloria y la fama de los Molineros de Minneapolis”, pocas en su historia fueron tan excitantes y peligrosas como la que jugaron, en 1959, los Cubans Sugar Kings, de La Habana, y el club objeto del libro.
      Y es que no solo fue una de las más disputadas juego por juego, en la que el séptimo se decidió en el noveno inning, con otros dos en entradas extras; sino que, según Thornley, testigo presencial del evento como reportero, “Fue la única en que las ametralladoras y fusiles superaban la cantidad de bates de ambos equipos juntos…”
      Los Molineros, un equipo sucursal de los Medias Rojas de Boston, dirigido ese año por Gene Mauch era, en 1959, defensor del banderín ganado el anterior por barrida en 4 juegos contra los Reales de Montreal. El de 1959 sería el Clásico # 42 de su tipo.
      Minneapolis hacía su tercera aparición en cinco años en la Pequeña Serie Mundial, a la que asistió reforzado con dos jugadores que, en 1960, estarían en el club matriz de la Liga Americana: el jardinero Lou Clinton y el entonces segunda base de 19 años, inmortal del juego, Carl Yastrzemski, que unió al equipo durante los playoff de la Asociación.
      Del otro lado, los Cubans habían concluido 1958 en el sótano de la Internacional; pero, en 1959, terminaron en el tercer lugar del estado de los equipos del calendario regular; entonces se impusieron al Columbus y al Richmond en los playoff, ganando el boleto al evento.
     A los Cubans los dirigió Preston Gómez y su plantilla fue una mezcla de peloteros latinos con mayoría cubana y de refuerzos americanos aportados por el club matriz, los Rojos de Cincinnatti. Varios de los jugadores de los Azucareros ganarían respeto y fama en Grandes Ligas como Leonardo Cárdenas, Miguel Cuéllar, Cuqui Rojas, Haitiano González o, por sus soberbios relevos para los Yanquis en Serie Mundial, el lanzador zurdo boricua Luis “Tite”Arroyo.
     Fue el año, 1959, en que Cuba perdió la categoría de “paraíso”, convirtiéndose en una pesadilla que alcanzaría niveles de infierno en muy poco tiempo; en el cual,  bajo condiciones únicas de peligro, no vistas ni antes ni después en esos eventos, se celebró la más grande e importante serie jugada por un equipo cubano e hispanoamericano jamás hecha posible, hasta hoy, en el Beisbol Organizado.
    El peligro por el evento terrorista con justificación política, o por desborde de la enfermiza pasión por la consolidación de la confusión de todo el pueblo, repercutió en la pelota: poco después de la medianoche del 26 de Julio, mientras jugaban los Cubans contra los Alas Rojas de Rochester el 11no. inning, en el Cerro, un partido del calendario regular, las demostraciones de celebración por la fecha del Ataque al Cuartel Moncada, 6 años antes, incluyeron tableteo de ametralladores y disparos continuados con fusiles, pistolas y revólveres, que convirtieron a La Habana en una plaza en guerra extraña. Varios plomos encontraron su camino de descenso dentro del terreno de juego, hiriendo levemente al coach de tercera del Rochester, Frank Verdi y al torpedero cubano Leonardo Cárdenas. Este incidente estuvo a escasos milímetros de adelantar el traslado de ciudad de los Cañeros, por el peligro que representaba tan irresponsable acción, el que se produjo en julio del año siguiente bajo señalamientos de “peligro extremo”, sobre todo para los jugadores de los clubes visitantes, que se quejaron por la anomalía.
     Roberto “Bobby” Maduro, propietario de los Cubans, para no perder la oportunidad de celebrar la Pequeña Serie Mundial en el estadio de la barriada del Cerro, elevó al Presidente del circuito, Mr. Frank Schaugnessey, un comunicado que decía: “No hay violencia en La Habana ya. Los fanáticos, por ahora, solo tienen presente el beisbol en sus intereses.” Fidel, personalmente, garantizó la observación que, indudablemente, fue una súplica. Las Ligas Menores, a través de Mr. George Trautman y el propio Circuito Internacional, así como del Secretario de Estado, Cristian Herter, lo aceptaron…la Pequeña Serie Mundial tenía bandera de vía segura por el carril antillano.
    La serie se inició en Bloomington, en el estadio Metropolitano. Allá iban a ser jugados los primeros dos juegos del evento; pero un repentino tiempo invernal, con grandes nevadas, decidió el destino del resto de los juegos en el estado…
    El domingo 27 de septiembre, solo 2,486 fanáticos asistieron a ver caer su equipo 2-5 contra los Cubans en el inaugural. A 1,500 millas de casa, con un frío desconocido para ellos, alrededor de 1,000 fanáticos cubanos estaba en las gradas de aquel  estadio, con la algarabía natural del Cerro, con el Hombre de la Sirena y con el incansable repicar de tambores y trompetas de la conga de Papa Boza apoyando a los suyos, de tal forma, que los Molineros aparentaban ser huérfanos de fanaticada en su casa. Según escribió Thornley, “parecía que la tierra se tragaría al estadio, cuando los visitantes lograron un racimo de cuatro carreras en el tercero, por el atronador ruido de maracas y sirenas generalizado, matizado con el ondear de banderas cubanas por varias secciones de la instalación”.
     El tiempo empeoró y la asistencia mermó para el juego # 2, con solo 1,062 pagando la entrada; pero esto no detuvo a la artillería de largo alcance de los Molineros, que revertieron desventajas de 0-2 y 2-5 para, finalmente, imponerse 6-5: Roy Smalley, cuñado del manager Gene Mauch, metió un jonrón para empatar a dos en el segundo y Lou Clinton y Red Robbins reempataron a cinco, también con cuadrangulares, cerrando el octavo. La victoria de los de casa se produjo por medio de otro jonrón, de Ed Sadowski, en el noveno.
      Los jugadores de los Cubans parecían más afectados por la fría temperatura que por los racimos de anotaciones de los Molineros, el consumo de grandes cantidades de café hirviendo y el uso de toallas y colchas para envolverse, daban una imagen ártica al dugout visitante. La revista Bohemia publicó una curiosa foto de AFP en la que se veían Al catcher Enrique Izquierdo, al pitcher Raúl Sánchez y al infielder Octavio “Cuqui” Rojas, alrededor de un latón de basura, que encendieron dentro del dugout, para calentarse en medio del tremendo frío.
      El 29 de septiembre se suspendió el juego por nevada y la Comisión de Ligas Menores decidió el traslado a La Habana de los partidos restantes. Para muchos que participaron en el acontecimiento, desde jugadores a narradores, la solución de emergencia benefició al club cubano, al extremo de que consideran que el campeonato se ganó por el traslado total de los juegos restantes al Estadio del Cerro.
    Si a la Serie entre Yanquis y Mets hoy, como a la de los Bombarderos y el Brooklin ayer, se les llama “La del Metro”, la que se jugó como colofón a la campaña de Triple A de 1959 se debió bautizar como la del Estrecho de la Florida. Empezaba entonces el enfrentamiento, ante su público, del verdadero momento de grandeza de la pelota cubana, hasta el día de hoy, con los Cubans contra Minneapolis.
     En medio de una majestuosa parada de bienvenida desde el aeropuerto a la ciudad, luego del arribo a La Habana de  ambos equipos y en una gala  al efecto, Bobby Maduro dijo: “Esto es un evento nacional”. Fidel Castro estaba presente y no habló; pero asistiría a cada desafío efectuado y toda la cúpula gubernamental fue obligada a presenciar en vivo, por lo menos, un juego como política personal dictada por el sátrapa.
     Castro entró al terreno por el centerfield para el primer y último juego celebrados en Cuba y se sentó en diferenes secciones de palcos, en uno de los partidos, le retrataron en el dugout de los Cubans, entre Borrego Alvarez y Ray Shearer.
      En la pequeña ceremonia en el plato que precedió el primer juego, el dictador se dirigió a los mas de 25,000 asistentes: “Vine aquí para ver a nuestro equipo derrotar al Minneapolis, no como Premier, sino como fanático. quiero que nuestra novena gane la Pequeña Serie Mundial… ¿Qué mejor después del triunfo de la Revolución?” Acto seguido, le dio la mano a cada jugador de los dos equipos.
    Según Stew Thornley, los Molineros estaban nerviosos con aquellos barbudos, que los saludaban con señas de manos y cabezas hasta 7 veces cada uno, por lo que salían muy poco de sus cuartos en el Havana Hilton. Algunos consideraron ese detalle como trabajo colateral de apoyo a la victoria.
     Aunque Gene Mauch siempre dijo que nunca se sintieron amenazados, más de 1,000 soldados estaban allí, durante los juegos, alineados como segunda barrera de protección a las reglas de terreno por el público dentro del diamante, o en los dugouts…
    Ted Bowsfield, pitcher del Minneapolis, describió así su preocupación: “Eran jóvenes, muchos de 14, 15 y 16 años, jugando con sus armas al lado de uno. A cada rato escuchábamos disparos fuera del estadio y nunca supimos la razón…”
   Tom Umphlett, jardinero central visitante, al entrar al dugout después de hacer una cogida a lo profundo de su posición, le comentó a Mauch: “Uno de esos barbudos me prometió que me iba a matar e hizo la señal de media circunferencia, con el dedo a través del cuello, que en Cuba no se hace como para cortar la cabeza; sino como símbolo de victoria en un juego. Evidentemente, el Minneapolis jugó aterrorizado aquella serie.
     El tercer juego lo abrió el club de la Asociación con ventaja de 2-0; pero los Cubans empataron en el octavo a dos y ganaron con otra en el décimo. Yastrzemski, que la sacó a 400 pies por entre el right-center, escribió en su autobiografía: “Era una revolución en las calles y las armas, disparadas constantemente en tus narices, hacían violento el espectáculo”
    Los Sugar Kings empataron a tres el cuarto juego en el cierre del noveno, con sencillo de Daniel Morejón, que también empujó la anotación ganadora con otro hit en el onceno.
    A uno de la eliminación en 4 juegos, el Minneapolis se sobrepuso y ganaron los proximos dos, empatando a tres la serie.
    Para el séptimo, Castro alteró su entrada desde el centro del terreno y, en vez de pasar frente a la cueva de los cubanos, lo hizo por la de los visitantes. De acuerdo a Lefty Locklin, del Minneapolis, cuando pasó frente al bullpen, despacio y mirándolo fijamente, le dijo en inglés, mientras se tocaba la pistola que llevaba: “Hoy ganamos nosotros”.
     Sin embargo, los Molineros dieron la impresión de que no creían en supuestos fantasmas y Joe Macko abrió el cuarto episodio con jonrón al izquierdo, mientras Lou Clinton hacía lo mismo en la sexta para poner delante a su equipo 2-0.
      La ventaja forastera se mantuvo hasta el 8vo. cuando Pelayito Chacón abrió con sencillo y, después de un out, Morejón bateó una línea que picó y se internó en el público, bajo reglas de terreno, para un doble. Ray Shearer se ponchó sin tirarle para el segundo out; pero el emergente Larry Novak conectó hit al center que empató el desafío.
     En el cierre del noveno con el score empatado, los Cubans colocaron corredores en segunda y primera con dos outs. La mala suerte de los Molineros, además de la nieve que les canceló servir de anfitriones en 2 juegos, reapareció en el plato en la figura del Jugador Más Valioso del evento, el recientemente fallecido jardinero Daniel Morejón el que, al primer lanzamiento, conectó hit de línea al centro, que le permitió al corredor Raúl Sánchez llegar de cabeza, antes que el tiro de Umphlett, con la carrera que decidió el memorable juego.
      Los Molineros de Minneapolis regresaron a su casa tristes por la derrota, pero aliviados por la tensión de la actividad irresponsable, enmascarada en juerga y diversión a que, aún, acostumbra la tiranía.
     Ted Boewsfield declaró después: “No tuvo peso perder el juego en ese país y bajo aquellas condiciones, estábamos felices de regresar sanos y salvos…”
     Mientras, La Habana iniciaba tres días de fiestas por la tremendísima victoria de los Cubans que, al año siguiente y por esa fecha, Castro se había encargado de opacar para siempre obligando a las autoridades americanas a trasladar el club a Nueva Jersey.
  
    

martes, 26 de abril de 2011

CURIOSIDADES DEL BEISBOL PROFESIONAL CUBANO


Por Andrés Pascual

       Jorge Figueredo, autor de tres soberbios libros sobre el beisbol profesional cubano, dos de ellos en inglés, que contaron con la colaboración de su hermano Mario q.e.p.d, de Pepe Tuya y de Charles Monfort como archivista, editó a principios de la década de los 80’s, con Monfort como “ayudante”, la útil e interesante revista “Pelota Cubana: Momentos Estelares”, que ha sido el 75 % de la fuente de datos para este trabajo.
        Durante la visita del Cincinnatti a Cuba en 1909, acompañó al club escarlata un umpire de apellido Betley, a quien enseguida apodaron los fanaticos cubanos “Mr. Escobilla”, por la cantidad de veces que limpiaba el home con el instrumento de aseo. La notoriedad histórica del “caballero del peto, la escafandra y la escobilla”, como llamó alguna vez a los umpires Eladio Secades; sin embargo, la merecio porque fue el que introdujo la modalidad de cantar los strikes levantando el brazo derecho y las bolas el izquierdo.
         El primer jugador cubano en vestir uniforme de un club de Grandes Ligas fue Luis “Mulo” Padrón, cuando los Medias Blancas de Chicago le invitaron al campo de entrenamiento en 1908. Sin embargo, por una denuncia racial, fue dejado en libertad a dos días de iniciarse la campaña.
        El día de Nochebuena de 1908, José de la Caridad Méndez perdió su segundo juego del año, al caer ante los Leones del Habana 0-1. El juego lo ganó el Chino González.
       Cuando el Almendares viajó a Key West a efectuar una serie de juegos, el acontecimiento se convirtió en histórico porque era la primera vez que jugadores blancos y negros se mezclaron en el Sur de Estados Unidos. Sin incidentes los dos primeros partidos, durante el tercero, la agresividad tomó niveles preocupantes, lo que ocasionó que los criollos perdieran la serenidad y el nerviosismo se apoderara del club provocando su derrota en un juego que debieron ganar; amenazados hasta con revólveres, se necesitó la presencia del cónsul Carrasco en el terreno para calmar a los extremistas. La cosa había llegado tan lejos, que el alcalde de la ciudad entró al terreno a ofender al pitcher Joseíto Muñoz y a Regino García lo amenazaron  con lincharlo después de batear un triple.
      El único jugador del Almendares que no vio acción en Key West fue Armando Cabañas; porque el médico de la Sanidad lo consideró “chino de nacionalidad”.
      Ty Cobb, quien ganó la Triple Corona en 1908, no acompañó al Detroit a su serie en Cuba ese año; tampoco asistió Sam Crawford y su torpedero regular, Owen Bush, solo jugó dos encuentros, sustituyéndolo Bob Hopke, que había jugado dos semanas antes con el Indiannapolis.
      En esa serie, que fue un éxito en todos los órdenes, el Detroit perdió contra el Habana y contra el Almendares 4 juegos por dos, con Joseíto Muñoz domando dos veces a los felinos por los Alacranes; mientras, Chicho González participaba en tres encuentros por los Leones, ganando dos como abridor y uno de relevo. Méndez ganó un juego y cayó en dos por el club añil.
      Después de concluir la serie del Detroit, llegó a La Habana un All Stars de las Mayores que incluyó a Fred Merckle, de los Gigantes, el de la famosa marfilada contra los Cubs al no pisar una base; Addie Joss, pitcher del Cleveland, muerto prematuramente y miembro de Cooperstown y Mordecai “Tres Dedos” Brown, maestro de la curva y también en el Salón de la Fama. Chicho González les dio la bienvenida ganàndoles 2-1 con la ayuda de un jonrón del Mulo Padrón en el 5to.
      El segundo Almendares Park se construyó en 1919 y la pelota se jugaba por la mañana; a las doce y media, había que dejar el terreno en condiciones para el balompié, aunque se suspendiera un juego. La tarde era el horario preferente. En 1923, se produjo un motín por exceso de público que no cupo en las gradas al cubrir la pelota el turno de la tarde, un tercio del graderío fue destruido. Ese interés por el beisbol, decidió a la administración del parque a alternar el turno entre ambos deportes.


Pie de fotografía: Méndez lució regular en las series internacionales de 1908 y 1909




martes, 19 de abril de 2011

CAMILO PASCUAL O EL TIEMPO EQUIVOCADO


Por Andrés Pascual

     Cuando empezó a jugar beisbol era “el hermano de Patato” y, en la historia del juego, tal vez haya sido el jugador más barato adquirido por un club en una liga profesional; porque la transacción que le envió al Cienfuegos desde el Marianao se concretó así: “…dame 12 bates y llevátelo…” De esa forma, los Elefantes de la Liga Cubana adicionaron a su departamento monticular a uno de los más dominantes lanzadores cubanos e hispanos de todos los tiempos: Camilo Pascual Luz.
    Patato había sido la estrella del club Ceiba en la temporada juvenil de 1947. Después vendría el champion para Carlos; el Big Spring de la Longhorn League en Texas y, en 1950, los Senadores de Washington.
   El hermano mayor era un corajudo y valioso pitcher y jugador de cuadro de inteligencia innata para el juego, aptitud que le llevó a ser un scout estrella y un manager de talla, capaz de conducir al Magallanes a la primera Serie del Caribe que ganó Venezuela en 1970.
   Durante su niñez y su adolescencia, Camilo estaba indeciso entre jugar el campocorto o utilizar la serpentina; pero, cuando firmó para los sempiternos sotaneros por excelencia de la época cuando las Grandes Ligas eran verdaderamente grandes, los Senadores de Washington, ya estaba decidido a ocupar la posición que le convirtió en leyenda. Tenía solo 17 años cuando comenzó su carrera profesional en Ligas Menores, como Patato, también con los Broncos de Big Spring en 1951.
     Luego de tres temporadas de aprendizaje en sucursales, Camilo fue ascendido, con 20 años de edad, al equipo matriz del venerable Clark Griffith. Comenzaba el calvario de fracasos de quien presentaban como “el mejor prospecto derecho junto a su compatriota y compañero de equipo, Pedro Ramos”, pero incapaces de poder ganar, porque actuaban para un club que, en aquellos años, no sabia cómo se jugaba al beisbol. El impacto de Camilo y Pedro fue tan grande que, en 1957, los Yanquis de Nueva York los compraban al precio que fuera.
     Sus primeras cinco temporadas en Grandes Ligas concluyeron con récord de 26-66 y 4.69, pésimo si se le compara con sus números finales de toda una vida: 174-170, con 3.63 clp.  2167 ponches en 2930 innings; 132 completos de 404 abiertos y 36 lechadas; pero, en sus primeras cinco en Minnesotta, con un prácticamente muy mejorado y reforzado ex Senadores, concluyó con 85-44.
     Con la franquicia de expansión, está entre los 10 primeros pitchers de los Mellizos de todos los tiempos en porcentaje de ganados y perdidos; entre los que más han ganado; en juegos abiertos y en promedio de limpias por juego; contra lo común hoy de ser sustituidos sin importar la situación del juego, también está entre los diez primeros en juegos completos y en lechadas.
     Hombre tranquilo, decente y caballeroso, según Hal Naragon, que fue catcher del Washington y del Minnesotta durante la era de Camilo en esos equipos y compañero de cuarto en los juegos fuera de la ciudad capital, el lanzador cubano temía responder al teléfono; a pesar de que ya dominaba el inglés como para poderlo hacer y fue el propio Naragon quien le dijo, “…mañana respondes tú…” rompiendo el bloqueo que se autoimponía el cubano sin razón lógica más allá de “hacer el ridículo”.
     Camilo Pascual siempre se las arregló para jugar en el invierno en Cuba; a pesar de que, por su juventud y por dolores crónicos en el hombro, el dueño de los Senadores, Clark Grffith, temía que, por el exceso de trabajo en las Grandes Ligas y en el exigente beisbol invernal criollo, sufriera de cansancio conducente a una lesión. De hecho, una vez me comentó que en el único lugar que disfrutaba lanzar era en el Estadio del Cerro.
     A finales de los 50’s, una dirigencia mas preparada, más capaz y de mucha más personalidad que la de hoy en la Confederación de Países del Beisbol Profesional de Invierno, logró un acuerdo con las Ligas Mayores consistente en que cualquier jugador nativo o importado podría actuar en sus ligas asociadas de Panamá, Cuba, Venezuela y Puerto Rico sin necesidad del permiso del equipo de Grandes Ligas a que perteneciera; pero, para regular por cuenta propia el asunto, los clubes de las Mayores comenzaron a colocar una proposición de bono en su contrato anual, que era la forma con la que la “Cláusula de Reserva” intentaba imponerse a la autorización; era la etapa sin el dañino contrato multianual y se cuenta que a Camilo Pascual, para la temporada de 1958, le ofrecieron 2000 dólares por no lanzar con el Cienfuegos; sin embargo, por dolencias reales en el brazo, el oriundo de la Virgen del Camino solo trabajó en 3 juegos en aquella campaña, 1957-58, que fue ganada por el Mariano con Bob Shaw, Miguel Fornieles y el zurdo Rodolfo Arias como “sota, caballo y rey” de la “Ciudad que Progresa”; después seguiría en la trinchera de los Elefantes hasta la suspensión del beisbol profesional en 1961.
      En 1962 Camilo perdió 34 juegos del calendario por lesiones y en 1963, 36; en 1965 ya estaba lesionado de tal forma que, aunque se mantuvo 6 años más en Grandes Ligas, no recuperó otra vez su extraordinaria forma; por lo que su actuación en la Serie Mundial de ese año contra los Dodgers de Koufax fue breve e inefectiva.
      Conocedor natural del juego como serpentinero de inteligencia intuitiva, solo le escaseó el elemento que nunca se puede dejar en el olvido a la hora cero: la suerte…a este tremendísimo monticulista, como a Ramos, a Luque, a Consuegra y a Fornieles, les tocó lanzar en el club y en el tiempo equivocados.



Pie de grabado: Para cualquier cubano “de antes”, Camilo Pascual discute el mejor pitcher de todos los tiempos en la Isla.