El Emergente
Ignacio Serrano
Son dos jugadores que, además, están postulados al premio Hank Aaron en la Liga Americana y que cierran 2016 con las distinciones al Jugador del Año en sus respectivos equipos: los Astros de Houston y los Tigres de Detroit.
¿Quién merece el galardón? ¿José Altuve o Miguel Cabrera?
Elegir es un desafío. Altuve es favorito, porque los votantes suelen dejarse seducir por los títulos de bateo. Pero Cabrera dio 38 jonrones, empujó 108 carreras y también estuvo entre los cuatro mejores averages en el joven circuito.
El reto está en escoger entre un toletero más completo, que también aporta con su velocidad y que vive de chocar la pelota, y un aporreador que mezcla poder con habilidad, que saca la pelota por la banda contraria a una rata que ningún otro jugador activo puede igualar.
El OPS ajustado pudiera ser un modo de compararlos. Es la suma del promedio de embasado y el slugging, contrastado con los demás bateadores de las Grandes Ligas en esta zafra. Cabrera terminó con 157, es decir, fue 57 por ciento mejor que la media de sus colegas; Altuve cerró con 154, es decir, 54 por ciento mejor.
El WAR es otra forma de contrastarlos. Es un baremo que mete todo en una misma fórmula, incluyendo lo que se hace con el madero, con las piernas, con el guante y con el brazo. La diferencia allí es mucho mayor, ahora a favor del camarero, con un fabuloso 7.7 contra 4.9 del inicialista.
La posición influye en ese resultado, en buena parte. Altuve se aprovecha del factor multiplicador que sobre sus estadísticas tiene el ser un intermedista. A un primera base se le pide mucho más, porque la demanda física es menor, y eso lo penaliza el WAR.
No nos dejemos llevar por los prejuicios contra la sabermetría. Hay algo detrás de esas propuestas, como bien lo reconocen hoy Henry Blanco o Alfredo Pedrique, que hacen carrera como técnicos en el norte.
Ese 7.7 de Altuve es el mejor registro en la historia para un bateador venezolano. Cabrera ha estado tres veces en 7.2 o más. Magglio Ordóñez tuvo 7.3 en 2007, su inolvidable y más sonada justa.
Tamaño registro tiene su explicación. El de los Astros anotó más veces, dio más hits, jugó más. Dio más tubeyes, más triples y robó más bases. Tuvo mejor average y mejor promedio de embasado. Alcanzó más bases con sus tablazos, lo que es toda una sorpresa.
Eso explica que Altuve terminara con más carreras creadas. Ojo, que se trata de una estupenda forma de medición de la ofensiva, porque deconstruye todo lo hecho por cada quien, bateando o corriendo, y precisa cuántas de las anotaciones de su equipo produjo realmente cada quien. A diferencia del WAR, aquí no hay factores de ajuste ni se suma la defensiva.
El de Houston logró 135 carreras creadas. El de Detroit quedó con 126.
Hay muchos peloteros con merecimientos. Será complejo llenar el resto de la planilla. Pero en la parte alta escribiremos el nombre de Altuve, primero, seguido por el de Cabrera.
Fueron dos soberbias temporadas. Pero la de Altuve, que además dio 24 jonrones y empujó 96 rayitas, fue un poco más completa. Y por lo tanto, un poco mejor.
Publicado en El Nacional, el viernes 14 de octubre de 2016.
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