BEISBOL 007: La fiebre de las tarjetas coleccionables

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lunes, 19 de septiembre de 2016

La fiebre de las tarjetas coleccionables


Fed McGriff, de Donruss 1993, la primera que tuve.
Por Reynaldo Cruz
Cuando comenzó mi pasión por el béisbol, hacia el año 1993, comenzó también mi curiosidad por las tarjetas postales coleccionables. Era muy difícil para mí como niño en Cuba – de hecho, aún lo es – conseguir estos curiosos artículos que levantan la torre de un hobby casi tan antiguo como el juego mismo, y que cautiva desde niños hasta ancianos, amantes del béisbol.
Recuerdo que la primera que cayó en mis manos – y que aún conservo – fue la tarjeta número 390 de la compañía Donruss, que presentaba nada menos que a Fred McGriff, vistiendo el uniforme de los San Diego Padres.
Aparte de José Canseco, famoso en casi toda Cuba por aquella época debido a su origen cubano y a su probado talento, y aquellos Robin Ventura,Tino MartínezJim Abbot y compañía, que habían integrado el equipo estadounidense que asistió a Indianápolis ’87 y Parma ’88, no conocía a muchos peloteros de la Gran Carpa que eran estrellas en aquel momento.
Fue durante el año 1995 – jamás pude poner mis manos en una de esas tarjetas en el mismo año de elaboración – que McGriff llegó a mi poder. Increíblemente, fue por medio de una transacción, pues el mercado de agentes libres (a la venta) no estaba en mi territorio. Por una pelota, el fornido inicialista, a quien luego descubrí que apodaban “The Crime Dog”, se convirtió en mi más preciado objeto relacionado con el béisbol. Tan preciado, que aún ocupa un lugar privilegiado en mi ya bien surtida colección.
Sin saberlo, este sería mi boleto de “entrada” a la MLB, un mundo que hasta ese momento había sido totalmente desconocido para mí, excepto por los filmes The Pride of the Yankees, y Major League.
De momento, esto se convirtió en una obsesión para mí. Visitaba todas las librerías de libros usados, en busca de nuevas tarjetas, que hicieran aumentar mi “roster” – mi idea era agrupar las nueve posiciones – y tal vez por eso fui un poco descuidado. El desconocimiento puede llegar a ser en ocasiones la fuente principal de los errores. Dejé, por ejemplo, de comprar una de Kirby Puckett – a quien también conocía gracias a una foto que había encontrado en un periódico – por adquirir dos, una de Ron Karkovice y otra de Tim Naehring (entre los dos no le llegaban a los talones a Puckett) porque necesitaba cubrir las posiciones del receptor y el torpedero, en tanto mis jardines estaban cubiertos por Andy Van SlykeKen Griffey Jr, y Darryl Strawberry, nada mal, por cierto. Menos de una semana pasó para que alguien que poseía varias revistas de ese béisbol me corrigiera el error, pero cuando fui a resolverlo ya era tarde: Kirby pertenecía a otra persona.
Desde ese momento me convertí en un adolescente más observador: antes de efectuar una operación – que siempre incluiría finanzas – me aseguraba de mirar bien las estadísticas de por vida y las de cada temporada. Descubrí que Topps marcaba las cifras en las que un jugador lideraba la liga en letras cursivas, con otro color (más fuerte o rojo) y con un rombo si había empate. Donruss, por su parte, lo hacía con asteriscos, mientras que otras comoScoreUpper Deck, y Fleer, no se tomaban ese trabajo.
Greg Maddux, de Upper Deck 1994, Collector's Choice.
Ya contaba con más de una veintena de tarjetas cuando eché mano a una de las que más he atesorado desde entonces: una Upper Deck 1994 de Greg Maddux. Ya sabía quién era él, en noviembre de 1995 los Atlanta Braves vencieron en la Serie Mundial contra los Cleveland Indians, y el lanzador victorioso en el último juego resultó ser Tom Glavine – a quien adquiriría un año después – y solamente me queda John Smoltzpara completar uno de los más célebres y talentosos tríos que ha tenido este deporte.
Más tarde me haría de un grupo de jugadores como Barry Bonds – en aquella época era tan delgado que hacía que uno se preguntara cómo llegaba a 40 jonrones –, Pedro Martínez (aún con los Montreal Expos), Mike MussinaMike Piazza (condenó a Karkovice a la banca en mis desafíos imaginarios, en los que yo dirigía y decidía la rotación, así como quién iba a la banca, etcétera. El propio Canseco (¡qué alegría me dio cuando la conseguí, ya en el preuniversitario) caería más tarde en mis manos, seguido deEdgar Martínez, y una de Cal Ripken Jr (Donruss ’89) que superaba a mi ejemplar deBarry Larkin. Después – aunque sin saberlo – cayó en mis manos un trío de miembros del Salón de la Fama: Eddy MurrayRyne Sandberg, y George Brett.
José Canseco, de Upper Deck 1997, Collector's Choice.
Casi diez años han pasado desde que McGriff comenzó a formar parte de mi club, que ya asciende a más de 250 miembros gracias a varios amigos que me han hecho regalos en diferentes épocas. Todavía lo guardo (¡cómo no!) junto a los otros.
Por ahora, les dejo con la “alineación” que diseñé hasta 1998, cuando apareció la primera gran escalada de regalos.
Roberto Alomar, de Upper Deck 1994, Collector's Choice, el primer bate de mi "line up".
ORDEN AL BATE
  1. Roberto Alomar – 2B (Nº 33, Upper Deck 1994, Collector’s Choice)
  2. Cal Ripken, Jr – SS (Nº BC-15, Donruss 1989)
  3. Ken Griffey, Jr –CF (Nº 179, Topps 1993)
  4. José Canseco – RF (Nº 410, Upper Deck 1997, Collector’s Choice)
  5. Barry Bonds – LF (Nº 311, Upper Deck, Top Performers 1993, MVP)
  6. Edgar Martínez – BD (Nº 725, Upper Deck 1996, Collector’s Choice)
  7. Fred McGriff – 1B (Serie 1, Nº 390, Donruss 1993)
  8. Mike Piazza – C (Nº 365, Upper Deck 1997, Collector’s Choice)
  9. Kelly Gruber – 3B (Nº 406, Upper Deck 1993)
ROTACIÓN
  1. Greg Maddux – LD (Nº 183, Upper Deck 1994, Collector’s Choice)
  2. Tom Glavine – LZ (Nº 235, Donruss 1994, The Leaf Inc.)
  3. Mike Mussina – LD (Nº 271, Upper Deck 1997, Collector’s Choice)
  4. Pedro Martínez – LD (Nº 170, The Score 1995, A Pinnacle Brand)
  5. Hideo Nomo – LD (Scrapbook Nº 4, Upper Deck 1996, Collector’s Choice)
RELEVISTA
  1. Rick Aguilera – LD (Nº 303, Upper Deck 1993)
Nada malo el equipo, ¿eh?
Darryl Strawberry, de Score '95, A Pinnacle Brand, tenía muchas razones para querer esconderse.
Una nota curiosa: Tengo en mi poder una de las peores postales que se han hecho, presentando a Darryl Strawberry. En un principio no entendía el porqué de una imagen tan deplorable en esa ficha Score 1995. Luego de un poco de investigaciones y algo de lectura, descubrí que en serio Strawberry tenía miles de razones para esconderse. A sus problemas de drogadicción se unieron otros de evasión de impuestos. Jamás volvió a ser el mismo, y una de las carreras de más brillante proyección llegó a su fin. Se esperaba que sobrepasara los 600 vuelacercas.

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