BEISBOL 007: UN DOLOR DE CABEZA LLAMADO BONO

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martes, 8 de septiembre de 2015

UN DOLOR DE CABEZA LLAMADO BONO


miguel a gzlez centro


Por Andrés Pascual
El sistema de bonos ha sido ambivalente en lo moral y de alternativas en resultados deportivos; por mucho que leo y releo sobre la historia y la evolución del instrumento de los clubes de Grandes Ligas para gratificar a un pelotero, concluyo que es un desperdicio de dinero.
El bono es el agradecimiento del club al recluta, más que por firmar, por escuchar la proposición del scout sobre las bondades que le ofrece la organización que representa.
Hay que entender que el bono encumbra, publicita y llena de dinero a quien, todavía, no ha hecho el mínimo esfuerzo profesional por ganar uno de los dólares que le regalaron, tampoco una sola letra del torrente de virtudes y posibilidades que teje la crónica pagada, porque no hay una sola hazaña digna de comentarse.
El sistema de bonos le crea relaciones de simpatía popular al atleta en ciernes, encumbra al deportista de forma rara, al revés de lo natural, porque la fama viene antes que la historia necesaria para obtenerla.
El sistema ha cambiado hasta en el tratamiento, antes le decían “bonus babies”, fue la època de Killebrew con 17 años y Kaline con 18, pero la modernidad, que contempla a Cuba y a Japón, no puede mantener semejante concepto, porque les han dado bonos a jugadores con más de 25 con frecuencia, que admiten la clasificación de abuelos de acuerdo a la justicia como empezó el proceso.
Hace un año, cuando José Abreu se vislumbraba como seguro ganador del trofeo Jackie Robinson, una periodista venezolana escribió que “ningún pelotero japonés ni cubano de la Isla merecía el premio al Mejor Novato, porque no lo eran, ni por la edad, ni por el tiempo que hacía que jugaban y porque aguantaron la firma todo el tiempo que quisieron, logrando la experiencia que un verdadero novato, una promesa, no podía” y yo agrego: eso es juego sucio.
Antes, un scout descubría a un supuesto inmortal en un colegio o en una finca tirándole bloques de concreto a mangos a la altura de la Torre de la Libertad, conseguía visitarlo, lo seducía y lo depositaba en las máquinas de escribir de las relaciones de prensa del club, que se encargaban de informar la firma de otro Feller, otro Koufax u otro Willie Mays. Hoy no es común la comparación con figuras del ayer, han sido demasiados los fracasos.
Hace más de 45 años, el fanático confiaba, creía con fe de congregación en que el material que les metía la prensa por los ojos era Dios a punto de enfundarse en una franela de clase B, hoy no causa igual efecto, porque, el desarrollo de la televisión, permite observar a los peloteros, desde los infantiles hasta los juveniles, durante un tiempo prudencial.
Los casos graves para promoción, tal vez los más graves, son los cubanos, porque vienen de una pelota desconocida y el público americano le abrió los brazos al pronóstico basado en el pasado conocido, en lo bueno que eran antes de que se retirara Tani, entonces le dan crédito a 4 ó 5 que ya juegan en Grandes Ligas en carácter promisorio, muy cerca de lo estelar.
Más sospechoso que raro o que curioso, a traves de los contratos del jugador castrista, la mayoría del dinero se lo dan en bonos y hay algunos de los que nada puede decirse, porque no han jugado 200 juegos de pelota en su vida, como Moncada, por lo que ni en Cuba lo conocen.
¿La cara fea del asunto para los clubes? les metieron a Miguel A González a los Phillies (foto centro) con el brazo arrancado y los Dodgers pagaron bono y contrato por un jugador que salió para las Menores de cabeza, o directo a los waivers otro, como Héctor Olivera, que también estuvo lesionado en Cuba
Como quiera que se vea, a través del tiempo el sistema de bonos ha sido infecundo mayormente, pero nunca como hoy con los cubanos sobre todo y con los japoneses, HOY ES UN RELAJO.

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