ADIOS AL ÚLTIMO BATEADOR: GWYNN, 1960-2014

Por Andrés Pascual

Leo en este portal de MLB.es, sección dedicada a "frases célebres" (y no tanto) de sus colaboradores, que el editor extrae de comentarios de los blogs: "la fiebre de Brasil-2014 inunda al Chicago White Sox" ¿acertado? depende, si a quien lo escribió le interesa tanto el balompié, OK; sin embargo, yo no lo destacaría, porque, desde hace rato, sé cómo han ido desplazando en algunos países, antaño importantes, a un juego que hoy está a la defensiva por las muchas alternativas promocionales que le dan al fútbol, con inocencia que da lástima, quienes cometen no solo una imprudencia, sino un craso y costoso error para encomiendas futuras.

El Día de los Padres de 1964, Jim Bunning, entonces uno de los mejores pitchers derechos de ambas ligas, lanzó un juego perfecto desde la trinchera de los Phillies de Filadelfia contra los Mets de Nueva York, que abrieron el partido con un lanzador que había actuado en Cuba en el campeonato de la Liga Invernal 1959-69, Traci Stallard; además, fue a este serpentinero a quien Maris le había dado el cuatroesquinazo 61.

Bunning también trabajó en la Liga Cubana y ayudó a Mike Fornieles a ganar la temporada 1956-57 y la Serie del Caribe con los Tigres de Marianao, ese año, el pitcher y el intermedista Tony Taylor tuvieron un fuerte encontronazo por circunstancias nacidas en el canal interno (inside) del juego, sin embargo, aquello no trascendió y el cubano hizo la jugada salvadora del partido perfecto, al parar un metrallazo de Jesse Gónder (recibió para los Cubans) zambulléndose hacia primera y, desde el suelo, efectuó el disparo para sacar el out más peligroso que consiguió el monticulista en todo el partido.

Hoy es un día triste para el béisbol, porque, cuando fallece un pelotero, se va un integrante de una familia que necesita a todos los miembros posibles, más el apoyo fanático absoluto, para soportar la embestida de la horda trasvestida en "innovadores", ni más ni menos que contribuyentes a la decadencia provocada que sufre el mejor, más honesto, claro y bello de todos los de la Feria del Músculo…

Pero, si quien fallece es un hombre joven, de 54 años, edad a la disposición de la humanidad para hacer muchas cosas de interés social, que, además, puede considerársele el ultimo de los bateadores de grandeza real y transparente, estilo "vieja escuela"; es decir, de los que tienen al fanático por encima de todo y al juego como pasión absoluta; la clase de jugador que, por mantenerse fiel a la franquicia que lo presentó en sociedad desechó mucho más dinero del que ganó en su larga carrera como jugador de Grandes Ligas, entonces hay que redoblar las loas que, desde hoy, deben convertirse en un "requiem" perpetuo cada vez que lo amerite la ocasión.

Por compicaciones de cancer, según el propio artillero debido a su vicio de mascar tabaco, se fue Tony Gwynn, el último bateador del beisbol en el nivel de los más grandes de todos los tiempos, que convirtió en ritual la acción de conectarle a los pitchers; que, como Williams, quien lo destacó en toda su grandeza, era un estudioso de la actividad y viajaba con un individuo, que le pagaba de su bolsillo, para que grabara cada vez al bate, que después estudiaría para observar y corregir lo que considerara que no hubiera salido bien.

Este hombre, que ganó varios campeonatos de bateo, concluyó con 3,141 hits y .338 de promedio; pero, según él mismo, su logro mayor como bateador fue (lo consideró así cuando se enteró del dato), que bateó .487 contra Gregg Madduxx.

Gwynn, que es miembro de Cooperstown, había nacido en 1960. Su partida a tan temprana edad, priva a la vida de un obrero de cosas buenas, decentes… necesarias a los tiempos turbulentos; al beisbol de su última gloria con el bate y a nosotros, los fanáticos, de un inmortal de verdad, porque la mayoría actual no se comporta como este hombre que murió cuando todavía le quedaba muchísimo por enseñar, no solo sobre la ciencia del bateo…QEPD